COLUMNA    ¡QUE CONSTE,… LOS OLVIDADOS

Y AHÍ, CON ESA CARA DE IMPACTO, DE WHAT, de qué pasa en el corazón, con nudo en la garganta, en silencio y el programa de LOS OLVIDADOS de los jueves continuaba y Jaime y Omar y yo solo quedamos como idos, como mascando la

tragedia y la lección, como si se nos hubieran atragantado las palabras y ahí estaba: Ana Vázquez Colmenares Guzmán, la secretaria de cultura en Oaxaca y nos platicaba: “En el 85, no solamente se sacudió la tierra, también se sacudieron las conciencias y vimos cómo los de abajo, los olvidados, los de siempre, los que sostienen al país son los que nos dan las lecciones más hermosas. Estaba con mi madre en la recolección de víveres y ropa para llevar a los damnificados del terremoto, cuando en la fila avanzaba una viejita, flaca, con surcos en el rostro, como surcos de vida y de tiempo y de pensamientos quedados en el corazón, y ella, con una cajita, envuelta en su reboso y con los ojos abajo, como dando gracias a la tierra, como surcando la vida y dejando la muerte y dando todo lo que tenía y dijo: “Aquí lo único que traigo son unas nueces y una estampita de la virgen. Las nueces, DAN FUERZA AL CUERPO, Y LA ESTAMPITA, DA FUERZA AL ALMA” y dejó todo lo que traía con amor, se dio la vuelta y sabíamos que nos daba la gran lección, como aquella pobre que dejaba los denarios que era lo único que tenía, todo, y daba la vida en ello y dejaba marcada la senda de la solidaridad, cuando los que en verdad tienen, los que han sido beneficiados, los que gozan de todo a veces sin merecerlo, solamente se atreven, si se atreven, a dejar el “cambio” pero no lo que tienen, y esa viejita, nos dejaba más que las nueces y la estampita: el alma, la vida, la gran lección”…

         Y ahí continuaba Ana, sentada, con su vista alerta y su mente despierta, con el corazón enraizado en la tierra zapoteca, la de su abuelo, la de su madre, la de su padre, sus hermanos, sus amigos, sus recuerdos y salía la luz en sus ojos y quiere hacer cosas, muchas cosas: solamente la cultura rescata lo mejor del hombre porque da lo mejor de la tierra, y le llegan los recuerdos de cuando en su casa se reunían pintores, intelectuales de verdad no los snob que ahora viven del presupuesto y del puesto, con los músicos y se planeaban los eventos de cultura y vimos cómo en eventos increíbles, gratis, llegaban los hombres con huaraches y las mujeres de rebozo y se sentaban en silencio respetuoso y veían y aplaudían la música como el lenguaje universal que todo lo liga y todo hace que, en cada nota, los corazones se hablen en silencio y tiemblen de emoción. Sí, Ahí estaba la secretaria de cultura con esos ojillos de vida, con su corazón alerta y su emoción en la palabra y en el compromiso y en su madre tierra, y recuerda sus tiempos del exilio, digo yo, porque estar fuera de dónde eres no es estar en la vagancia o en el buen trato, simplemente estás exiliado y suspiras por la clayuda o por el quesillo,  por los sabores y olores de los chiles y del culantro y del mole y el amarillo y el chichilo y la empanada y la música de la madre tierra con el Dios nunca muere o con la canción mixteca o con las notas del violín o de las cuerdas de guitarra o el soplo del trombón y del clarín y el color de Tamayo o el olor del platillo de la cocinera de casa y del tiempo.

         Y yo, callado, no alcanzaba a digerir aquella historia, llegué y me quedé en silencio, acostado, pensando y viendo aquella escena de la viejilla que todo lo daba, con su amor real, con su vida, llevando sus semillas de vida en las nueces y que decía: Estas son para dar fuerza al cuerpo y la estampita para dar la fuerza al alma, y era todo, todo lo que tenía y todo lo daba. Imagino buscando las nueces en las nogaleras, limpiándolas de tierra y guardándoles en su caja, bajo la protección de su estampa. No hay duda, la fe no solamente mueve montañas, también protege a la vida y da limpieza al alma, a las almas buenas a las que como ángeles llegan y se van y dejan su lección de vida y de valor y de conciencia y no le temen ni al hambre porque saben que siempre hay una nuez o una verdolaga o un quintonil, o una calabaza o unos chapulínes, o una tortilla o una pitalla o una tuna o un nopal… Dios, siempre da, y uno siempre recibe sin pensar en dar, solo en tomar y ella, llega como para dar no solo todo lo que tiene sino el alma, la vida, la lección, el honor y la solidaridad y así, pensando en esto, uno se pregunta hasta cuando pondrán en la cárcel y les quitarán lo que se han robado tantos políticos, empresarios, funcionarios de lo que nos toca a todos y ellos se llevaron a sus bolsas y a sus despilfarros y no dan ni el saludo, porque nadie se los brinda y no voltean al cielo porque no saben de amor o de caricias, sino de todo lo comprado, y ahí están los políticos, siempre buscando los reflectores, siempre dando lecciones que no son, enseñando lo que no tienen o lo que les sobra y ocultando siempre pero siempre su mal corazón, y esa viejecita lleva todo lo que tiene, como la de los denarios que contaba Jesús, y todo lo da, y muestra que si se recibe todo, todo se puede dar porque nada es nuestro en la realidad sino las obras que son amores y esas obras pequeñas, de gran contenido, son las grandes obras del gran amor, y ella, llevaba entre sus manos rugosas una cajita para darla y decirle: “Es todo lo que tengo, estas nueces y esta estampita de la virgen, las nueces dan fuerza al cuerpo y la estampita le dan fuerza al alma” y se va, solamente deja todo lo que tiene y se va, nadie sabe cómo se llamaba, todos quedaron como impactados y Ana, ahí, viendo con sus ojos vigilantes lo que pasaba, y la viejecilla se va arrastrando sus pies lodosos, sus surcos en la piel, en las manos, con su reboso enredado en la cabeza para no faltarle al señor, y a lo mejor, va rezando, dando gracias por la fuerza para darlo todo a los que nada tienen teniendo ella nada, solamente amor y humildad y solidaridad y lo dio todo. “ES TODO LO QUE TENGO, UNAS NUECES Y UNA ESTAMPITA DE LA VIRGENCITA. LAS NUECES DAN FUERZA AL CUERPO Y LA ESTAMPITA DA FUERZA AL ALMA” y ahí queda la obra de ese ángel y nadie sabe a dónde fue ni de dónde vino, solo quedó su imagen y su lección, este es el verdadero amor, lo demás…. no vale nada. NO es limosna, es, todo o nada, y ella brindó todo con amor y discreción y se fue y no volvió. A lo mejor era su pase para ver a Dios… quién sabe, solo quedó la lección. La gran lección del amor…y nadie supo cómo se llamaba, de dónde vino y a dónde fue… lo dio todo y ya…”ESTAS NUECES DAN FUERZA AL CUERPO Y LA ESTAMPITA DA FUERZA AL ALMA”