Los saldos y deudas de la justicia social en México (primera de dos partes)

EL ESTADO Y SUS RAZONES 
Hoy que conmemoramos el Día Internacional del Trabajo, como una fecha
icónica para hacer presente la lucha histórica de sectores desfavorecidos y mancillados por los abusos del liberalismo, es un momento propicio para recordar que tanto las raíces como consecuencias de las luchas más cruentas que emergieron con el nacimiento del siglo XX y que, por la voracidad y ambición de los más influyentes y poderosos factores de poder en el orbe, no se lograron concretar los objetivos planteados en la mayoría de las naciones que vivieron revoluciones reivindicadoras.
Si bien es cierto que la mayoría de ellas tuvieron su base en doctrinas filosóficas idealistas —como lo fueron las socialistas— también lo es que éstas surgieron por las grandes injusticias surgidas a partir de una exaltación equivocada del liberalismo, en donde la consideración de la naturaleza humana pasó a segundo término, pues se sobrepuso la libertad sobre la propia condición humana. Así, el ser humano encontró una nueva forma de sometimiento: la dignidad a cambio del poder económico y la producción en masa.
En la mayoría de los desarrollos de las ideas socialistas, se consideraba al Estado como elemento fundamental, pues se apreciaba como un instrumento para que, a través de la coerción, se evitaran injusticias y se generaran equilibrios en pos de una re-dignificación del ser humano. Por ello y tras los funestos sucesos que dieron origen a la Segunda Guerra Mundial, de forma quizá empírica, o tal vez inspirada en parte del socialismo científico, en occidente comenzó a implementarse un sistema sintético, en el que el gobierno incidía directamente en la vida económica, política y social de las naciones, respetando —al menos en la ley— las libertades de las personas: el Estado de Bienestar. 
Durante las dos décadas posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial, el Estado de Bienestar generó importantes avances en la lucha por abatir las desigualdades; sin embargo, su funesta perversión, los excesos gubernamentales y los perniciosos endeudamientos de los Estados nacionales —entre otros—, propiciaron nuevas ideas filosóficas, en donde se retornó a la exaltación del liberalismo y se promovió una redefinición de la concepción y organización del Estado, bajo la idea del “dejar hacer; dejar pasar”. Su adelgazamiento fue una de las prioridades, así como sustituir los programas y apoyos a la producción, por el otorgamiento directo de dinero a las personas.
En México, a partir de finales de la década de los setenta, el neoliberalismo sustituyó a la ideología predominante en el gobierno. Lo vieron como una opción de modernización y desarrollo. Lamentablemente esto no fue así, por el contrario, mientras las acciones gubernamentales fueron disminuidas, las condiciones de bienestar fueron menguando. La repartición más justa de la riqueza fue una oferta que no se logró, por el contrario, la brecha de desigualdad incrementó, y el número de personas privilegiadas disminuyó en número, pero no en riqueza. La racha neoliberal trajo consigo más injusticia y menos beneficios
@AndresAguileraM.