SINGLADURA 
Los expertos siguen debatiendo sobre si México está a punto o no de entrar en
recesión. El presidente se enoja con el FMI porque éste organismo, satanizado tantas veces, pero al que se recurre cada vez que a los países socios se les enreda el papalote, redujo sus estimaciones de crecimiento para México este y el año próximo.
Hay quienes niegan que México esté en recesión. Otros hablan de un estancamiento y unos más sólo dicen que el país registra un bajo crecimiento.
Ahora, el virtual secretario de Hacienda, Arturo Herrera, dice que la recesión es parte de la naturaleza económica de cualquier país, y que son normales los periodos de auge y aun de recesión. Debe ser, digo. A veces se sube, a veces se baja y otra vez hay estancamiento. Es parte de la vida en general. ¿O no?
Encuentro sin embargo que el debate, aun si se quiere importante para los expertos y técnicos, poco resuelve el drama económico del país. ¿Y qué es el país? Pues todos y cada uno de los mexicanos. Lo cierto es que la economía mexicana tiene casi 40 años de mantener tasas de crecimiento bajas, muy bajas, precarias, insuficientes, mediocres.
Esto si es importante, me parece. Una economía que no crece o lo hace a ritmos bajos, insuficientes o mediocres, constituye un mazazo cotidiano para millones de personas, que pagan día a día y con sus vidas el fenómeno económico.
Los gobiernos de México, incluido el actual, siguen sin encontrar hace prácticamente cuatro décadas la fórmula para que la economía entre en una senda de crecimiento sostenido. Y esto es lo grave. No tanto si entramos o no en un periodo de recesión. El hecho simple, escueto y dramático es que no crecemos a las tasas mínimas requeridas hace cuatro décadas. Esto es lo que debiéramos reclamar.
López Obrador aduce que en materia económica vamos “requetebién” y defiende a capa y espada como es su estilo que la economía mexicana crecerá este año a una tasa del dos por ciento del PIB. Suponiendo sin conceder que se logre ese objetivo, eso tampoco generará los empleos que el país requiere y que hace años no se han generado. Si en 2020 se cumple la previsión lopezobradorista de alcanzar un crecimiento del tres por ciento, tampoco se crearán los empleos mínimos demandados por la población (alrededor de un millón por año). Seguirá el deterioro o la insuficiencia económica para millones de mexicanos.
Esto no es para festejarlo, tampoco para fundamentar la crítica al gobierno de López Obrador y mucho menos para que el presidente monte en cólera. Nada de eso nos resuelve el problema gravísimo de tener una economía precaria, insuficiente o mediocre. Al contrario, debemos examinar las fórmulas que nos permitan destrabar la economía nacional, condición única para el desarrollo del país.
Ha dicho el presidente que para la 4T es más importante el reparto de la riqueza que la  generación de ésta. Podríamos entrar en una nueva polémica, similar a la que nos ocupa sobre si estamos o no en recesión, pero tampoco nos conducirá a ningún punto saludable, y peor aún, inteligente.
El país, todos y cada uno de los mexicanos, debemos ocuparnos mejor de ver cómo ayudamos a crear economía, producir riqueza y distribuirla de mejor forma. Centrar este debate sería la condición básica de trazar los nuevos ejes del desarrollo. De otra forma seguiremos polemizando sin mirar lo importante.
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@RobertoCienfue1