desde allí partió en una procesión penitencial hacia la cercana Basílica de Santa Sabina acompañado por cardenales, arzobispos, obispos y fieles.

Tras la procesión el líder católico celebró la misa y llevó a cabo el tradicional rito de imposición de las cenizas a algunos feligreses.

Durante su sermón, pronunciado en italiano, señaló que el tiempo anterior a la Pascua –llamado Cuaresma y que inició este día- invita a emprender “un camino de conversión no superficial ni transitorio” sino un “itinerario espiritual” que involucre a toda la persona.

“Nos hará bien pedir a todos, pero especialmente a nosotros sacerdotes, al inicio de esta Cuaresma, el don de las lágrimas, para volver a nuestra oración y nuestro camino de conversión cada vez más auténticos y sin hipocresía”, indicó.

“Nos hará bien preguntarnos, ¿yo lloro? ¿El Papa llora? ¿Los cardenales lloran? ¿Los obispos lloran? ¿Los consagrados lloran? ¿Los sacerdotes lloran? El llanto está en nuestras oraciones. Sepan hermanos, los hipócritas no saben llorar, han olvidado cómo se llora. No piden el don de las lágrimas”, agregó.