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El daño ambiental que el hombre ha ocasionado al planeta en los últimos 50
años no tiene antecedentes en la historia, alertó Julia Carabias Lillo, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Destacó que entre 30 y 50 por ciento de la tierra está sobreexplotada por el hombre, y advirtió que se obtiene de la naturaleza mucho más de lo que puede dar de manera sustentable.
Al ofrecer la conferencia “Medio Ambiente y Buenestar” en la Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica (FCE), dijo que es preciso hacer conciencia de que se requieren patrones de consumo moderados y balanceados porque, además, somos una población de mil 700 millones de personas en el mundo y seguiremos creciendo.
La investigadora del Laboratorio de Ecología expuso que las principales causas de este desequilibrio de los ecosistemas tienen que ver con el crecimiento poblacional y su dispersión, así como los desenfrenados patrones de consumo, la cultura global de las últimas décadas.
Asimismo, destacó, las inadecuadas tecnologías que no respetan los principios ecológicos del funcionamiento de la naturaleza ni incorporan la sustentabilidad ambiental de la producción.
A partir del siglo pasado, apuntó Carabias Lillo, han aumentado de manera considerable los niveles de extinción de todas las especies.
Los países están preocupados por el cambio climático y han olvidado la pérdida de la biodiversidad, alertó.
La también ex secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, expuso que en las últimas décadas se perdieron, por ejemplo, el 25.9 por ciento de mamíferos y el 12.8 de aves. Además, 8.1 por ciento de reptiles y 40 por ciento de anfibios, así como 7.2 de peces.
Julia Carabinas expuso que hay científicos que advierten que vivimos "una sexta ola de extinción masiva", aunque esta aseveración --afirmó-- no es unánime.
Consideró que el ser humano puede y debe hacer mucho trabajo si pretende una calidad de vida sustentable. Una de esas tareas, dijo, es cuidar las Áreas Naturales Protegidas, y darles a sus propietarios maneras sustentables para ganarse la vida sin deteriorarlas.
La biodiversidad, puntualuzó, tiene un valor intrínseco. Los humanos somos parte de ella y no tenemos derecho a interrumpir la evolución de la vida.