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Mikel Arriola y José Antonio Meade se subieron al ring de la política en la Ciudad de México, retaron a sus contendientes de Morena y del PRD y llamaron

a derrotar lo que calificaron como los gobiernos más corruptos del país el próximo primero de julio.

En un ring preparado como escenario, pero sin máscaras, emularon a los reyes del pancracio que los antecedieron en el evento y encendieron los ánimos del priismo capitalino que se prendió lo mismo con los discursos que con la Sonora Dinamita o la lucha libre entre rudos y técnicos.

El Palacio de los Deportes se pintó de tricolor como no ocurriría desde hace más de dos décadas. Mikel Arriola revivió a un PRI que estuvo desaparecido en varias elecciones y que hoy asegura está cerca de ganar la jefatura de gobierno capitalino.

25 mil militantes y simpatizantes del PRI, llegaron de las 16 delegaciones arribaron al “Coloso de cobre” en el oriente de la capital para dar fe de que el PRI está vivo y busca ser uno de los contendientes en las elecciones del primero de julio.

Desde pasado el mediodía empezó el arribo de contingentes, lo mismo de petroleros, que de la CTM y del sector popular, al recinto donde estaba dispuesto un cuadrilátero que sería el escenario no solo de la lucha libre sino también del renacimiento del PRI capitalino, dijo, quien por más de dos décadas no despuntó para ganar el gobierno de la ciudad.

La sonora dinamita con su sabor salsero “colombianos y un mexicano” empezó a encender los ánimos de la concurrencia con sus éxitos como “la cadenita”, y dio pie al ingreso como dos gladiadores de la política de Mikel Arriola y José Antonio Meade.

Emulando a los luchadores que los antecedieron, ambos se dejaron querer. Arriola se tomó selfies casi de rodillas con jóvenes y mujeres, besó el cabello dorado de una señora de la tercera edad y cargó niños.

Meade hacía lo propio con un poco más de mesura. El maestro de ceremonias se desgañitaba anunciando el arribo de los dos principales candidatos del PRI de cara al primero de julio. Mikel no dudó e ingresó al cuadrilátero para treparse a la tercera cuerda con los brazos en alto. Meade le aplaudía ante las porras y estribillos partidistas.

Llegaron los discursos, los llamados al voto útil, las críticas a Morena, las promesas de campaña y el ritual del besamanos al final. La lucha libre de la política había concluido. El Palacio de los Deportes se empezó a vaciar después de la catarsis del cierre de campaña.