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La UNAM es la máxima casa de estudios de México, pero además es la Institución de educación superior, con mayor población del país, por su bajo costo subsidiado
por el gobierno, permite el acceso a sus aulas a la mayoría de los mexicanos, sin más requisito que la excelencia académica, por su extensión numérica, atrae problemas de seguridad.
En 1929, un movimiento estudiantil logró la autonomía universitaria, mediante la cual le facultó a determinar su administración y gobierno. La autonomía relevó de las tareas de administración y gobierno a la secretaría de Educación dependiente del Poder Ejecutivo o presidente de la república, ello contuvo la posibilidad de influir o direccionar los planes y programas de estudio a conveniencia de los gobiernos. Se proscribió la eventual tentación de los presidentes de imponer criterios de educación e investigación ideológicamente convenientes o proclives al gobierno en turno. La libertad de cátedra y de investigación, es parte fundamental en el desarrollo de la ciencia y la diversidad ideológica en el fomento del conocimiento.
Pero la autonomía universitaria, no significa un Estado dentro de otro Estado, ni un Estado de excepción y tampoco, estar excluido de las condiciones básicas de seguridad que debe tener la sociedad o una comunidad para su desarrollo dentro del país.
En la actualidad, la comunidad universitaria – igualmente que la sociedad mexicana – están amenazadas, sus condiciones de seguridad y tranquilidad que garantizan el cumplimiento de sus tareas sustanciales; docencia, investigación, fomento y difusión de la cultura, sin que se corra el riesgo inminente de frenar su evolución y desarrollo. Ello se entiende igualmente que en el contexto de la sociedad mexicana, afectada por la delincuencia en diversas manifestaciones donde la UNAM, también tiene responsabilidad de brindar respuestas a la sociedad. Si la más grande comunidad pensante  de México, es incapaz de hacerlo a su interior, que esperanza puede abrigar el país entero.
Por otra parte, en la UNAM, la delincuencia, ve en la Autonomía Universitaria, un escudo contra el Estado para impedir su actuación que garantice las condiciones de seguridad que demanda la comunidad. Y con ello continuar operando impunemente. Por este motivo, es tiempo de ir creando conciencia entre los universitarios, ante la necesidad de explorar mecanismos que brinden seguridad y condiciones optimas para la convivencia armónica de la comunidad y evitar que ésta caiga en el engaño del atropello a la autonomía, promovido por quienes se han beneficiado con la ausencia de policías.
Los universitarios habremos de apoyar a estudiosos, autoridades, expertos y personas interesadas en conservar las condiciones de convivencia que demanda la UNAM, conformando policías especializadas competentes y ejemplares que inclusive sirvan de modelo a seguir por las autoridades del país. Porque finalmente esa es y ha sido la tarea de nuestra alma mater, brindar a la sociedad soluciones a problemas nacionales.
Los universitarios estamos aún a tiempo de prever y enfrentar el primer reto de unidad, solidaridad en torno a nuestras autoridades, al rector Enrique Graue, que hoy por hoy tiene la responsabilidad de dirigir los destinos de la UNAM, y en torno a él, sin que nos lo pida, sin que nos convoque, por responsabilidad universitaria, contribuir a la solución de un problema universitario que también es un problema nacional, la seguridad.
Por ello, valdría la pena ir conformando un grupo multidisciplinario de profesionales expertos estudiosos del tema, universitarios internos y externos, nacionales e internacionales que contribuyan a buscar soluciones, a un tema que crece, si no se toman las medidas acertadas a tiempo.
 
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