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De acuerdo con información difundida por el Servicio Sismológico Nacional(SSN), el día 24 de septiembre se registró un movimiento telúrico de 2.5 grados de magnitud, con epicentro en el Ajusco, en la Ciudad de México, alrededor de las 17:26 horas. También, recordemos que hubo un sismo de 2.6 grados de magnitud la noche del sábado 9 de septiembre que se sintió en Tlalpan, Tláhuac, Magdalena Contreras, Coyoacán y Xochimilco.

Estos dos sismos hacen que la gente se pregunte: ¿Qué tan comunes son los sismos con epicentro en la Ciudad de México?

De acuerdo con Víctor Hugo Espíndola Castro, responsable de análisis del SSN, son más comunes de lo que creemos. “Tenemos registro de sismos que se generaron en la Cuenca del Valle de México desde que se empezaron a registrar instrumentalmente, en particular en la Ciudad de México tenemos bastante sismicidad. En lo que va del mes se han registrado seis sismos en esta región. Toda la corteza terrestre está llena de fracturas, la Ciudad de México no es la excepción y aunque la actividad sísmica no están cotidiana como en las costas mexicanas, sí existe”.

En entrevista con Eduardo Ramos Fusther, titular de "El Punto Critico" en Radiofórmula, la directora del SSN, Xyoli Pérez Campos, indicó que los sismos que llegan a ocurrir en el Valle de México son intraplaca, pero corticales. “Se llaman así porque ocurren en la corteza superior y están dentro de otra placa que es la de Norteamérica. Generalmente estos sismos se originan a poca profundidad, pero independientemente de si son profundos o someros, lo que importa es la distancia que recorre la onda y los materiales a través de los que viaja”.

Además apuntó que el tamaño del sismo también depende de la falla que lo origina. Una falla geológica es una fractura en la corteza terrestre. La especialista señala que las localizadas y estudiadas en el Valle de México no alcanzan una longitud suficiente para un sismo grande. Según los registros históricos que se mantienen desde hace casi dos siglos, la magnitud máxima promedio reportada ha sido de entre 3 y 3.4 grados.

Sin embargo, Espíndola Castro argumenta que, aunque los sismo por tendencia son de magnitudes muy bajas, los focos poblacionales tan densos en todas las áreas de la ciudad ocasionan que los movimientos sean evidentes, pero debemos estar alerta porque “no quiere decir que no pueda ocurrir un sismo de magnitudes más levadas”.

En promedio, de acuerdo con el responsable de análisis del SSN, en la Ciudad de México ocurren al año seis sismos de estas magnitudes, sin embargo este año llevamos 16, es decir estamos por encima. “Hay meses en los que puede aumentar un poco más la actividad sísmica de alguna zona”.

¿Los sismos de magnitud de 8.2 o el 7.1 pudieron provocar el aumento de la sismicidad en la zona?

"Es posible que con estos sismo se hayan detonada, pero tarde o temprano iban a ocurrir. Sin lugar a dudas ya había ahí energía suficiente para que ocurriera ese pequeñísimo temblor. En algunas ocasiones se ha observado que a la ocurrencia de un sismo de magnitud considerable, localmente empiezan a haber pequeños sismos, pero es de regiones donde ya está la actividad y sólo se les dio un empujón; es decir si no hubiera ocurrido ayer, hubiera ocurrido dentro de 15 días, regularmente así es", afirma el experto.

Espíndola Castro dice que el suelo de la Ciudad de México es bastante especial y está sujeto a muchos cambios. “Nuestro suelo le da a las ondas sísmicas que llegan efectos muy singulares, en algunos lugares las amplificar o les da mayor aceleración.

Por otra parte, Luis Quintanar Robles, investigador del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, afirma que “en la parte oriente del Valle, además de las fallas, se suma el fenómeno de subsidencia, el hundimiento del terreno que proviene de las extracciones de agua. Esto crea oquedades que al colapsarse también pueden producir sismos”.

Quintanar señala que en el sur una falla orientada dirección este-oeste es sobre la que han sucedido los principales fenómenos , como el sismo del pasado 9 de septiembre al sureste de Tlalpan que a pesar de haber tenido una magnitud de 2.6 fue sentida por los pobladores de esta ciudad “como si algo hubiera explotado en las cercanías”.

Espíndola Castro finaliza diciendo que “vivimos en una Ciudad muy vulnerable, en cuento a cuestiones climáticas y sísmicas, como ya lo hemos visto, no es ninguna novedad. No es cuestión de la suerte, escogimos vivir en una zona difícil y vivir aquí con seguridad tiene sus costos, ya sea como sufrir las catástrofes o costos en cuestiones monetarias porque edificar viviendas seguras en este tipo de suelo no es barato. Debemos estar tranquilos para poder tomar mejores decisiones y siempre consultar fuentes fiables”.