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CDMX, 20 de Septiembre de 2018, El pasado 18 de este mes patrio, se dio el primer reconocimiento que hace la Academia Nacional de Periodistas de Radio y
Televisión (ANPERT) a los hombres y mujeres con profundo amor por México y a su demostrado compromiso con la verdad.
 
En el majestuoso recinto del Palacio de Minería se dieron cita los miembros de la ANPERT, encabezados por su Presidente Nacional, el periodista, Lic. Carlos Ramos Padilla. 
 
La ceremonia inició a las 19.00 horas en punto con la bienvenida en voz del Lic. Miguel Angel López Farias, Vicepresidente de Radio de la ANPERT, quien solicito a todos los presentes ponerse de pie para entonar el Himno Nacional Mexicano y ceder la conducción del evento al Lic. José Monroy Zorrivas, Vicepresidente Nacional de la Academia.
 
La oradora de honor en el evento fue la periodista y académica Beatriz Pagés Rebolllar quien, espléndidamente expreso el sentir de la Academia Nacional de Periodista de Radio y Televisión, en tiempos de cambio incierto, por lo que reproducimos integro el discurso.
 
Querido Carlos Ramos, Presidente de ANPERT
 
Distinguidos galardonados
 
Amigos y colegas de los medios de comunicación
 
 
   Hace algunos días, Carlos Ramos nos reunió a varios periodistas para decidir la línea que debía seguir este discurso. 
 
  Nos preguntábamos entre nosotros qué decir. Qué decir hoy, a 78 días de la elección del 1 de julio y a 73 de que entre en funciones el nuevo gobierno.
 
   Qué decir, después de que el próximo Presidente de México, asumirá el cargo como uno de los Jefe de Estado más votados de la historia y cuyo partido tiene mayoría casi absoluta en el Congreso.
 
  Cuando llegará a la Presidencia de la República un político que se ha caracterizado por tener una visión vertical del poder y que, desde una visión personalista, busca encabezar un cambio de régimen.
 
  Qué decir, luego de haber sido testigos, durante y antes de la campaña, de una serie de críticas y reclamos públicos a destacados intelectuales, columnistas y periodistas por sugerir al elector dividir su voto para evitar “repúblicas imperiales” o caer en el  “imperio de la democracia.
 
  Qué podemos esperar, nosotras las mujeres periodistas, cuando una lucha de siglos, dedicada a liberarnos de la censura misógina y el ostracismo conventual, de la prohibición de escribir, hablar, opinar  y pensar por el sólo hecho de ser mujeres, se nos llama “corazoncitos” para volvernos a callar. 
 
  Peor aún, para devaluar y minimizar el valor de la actividad periodística.
 
La decisión, entonces,  de varios colegas, fue hablar del papel que tendrán que asumir los medios de comunicación en un contexto donde la división de poderes, los frenos y contrapesos, han comenzado a desaparecer.
 
  Se trata, sobre todo, de preguntarnos qué papel debe asumir la prensa, -entendida como espacio de expresión y opinión política-,  en un momento como este.
 
  Nos encontramos en un escenario inédito y por ello incierto. Sin embargo, sí sabemos lo que ocurre cuando los periodistas, por miedo, conveniencia o comodidad, aceptamos doblegarnos ante la censura.
 
 Sí sabemos que el silencio y la obediencia anticipada, abren las puertas al autoritarismo y al derrumbe de las democracias.
 
 SÍ entendemos que, nosotros, los periodistas,  tenemos una responsabilidad moral e histórica en la defensa de la libertad de expresión. 
 
  No caigamos en el error, en la ingenuidad de creer que la democracia se defiende sola y que, ésta, es para siempre.
 
   Hace dos semanas se dieron en unas cuantas horas dos hechos sintomáticos. Los senadores concedieron licencia a un senador-gobernador-senador, defraudando la Constitución y el procedimiento legislativo. Y en San Lázaro cinco diputados brincaron de un partido a otro para construir mayorías absolutas artificiales sin tomar en cuenta a quienes votaron por ellos.
 
    Ambos eventos estuvieron encabezados por el  partido que hoy controla el Congreso y que ganó el 1 de julio con la bandera de representar un cambio de régimen, un proyecto alternativo de nación, el fin de la ilegalidad, de  la corrupción y  la impunidad. 
 
  Después de ver lo que vimos y de escuchar lo que escuchamos nos quedó claro que la Constitución y las instituciones pueden estar en vías  de quedarse solas. De ser víctimas de las  mayorías absolutas, y de su fiebre por el poder. 
 
 El 1 de julio la democracia, resultó tan insaciable, que terminó devorando a la misma democracia. El país se quedó sin oposición. PRI y  PAN  enfrentan la reducción de sus bancadas como consecuencia  de su debacle moral y del  enanismo de su ideas. Se miran el ombligo y sólo atinan  a ser  cómplices comodinos de sus adversarios.
 
   ¿Qué controles le quedan al país? Entre muy pocos, los medios. De ahí que tenemos que elegir nuestro papel ético e histórico de cara a lo que algunos llama la “Nueva Era”.
 
 Tenemos retos; varios y muy complejos retos. ¿Qué vamos a hacer, por ejemplo, para defender la verdad, de la  posverdad? De la mentira emotiva, de la que distorsiona la realidad para manipular a la sociedad; qué anticuerpos generar contra  la propaganda,a la que ya se destinó 40 o 45 millones de pesos. 
 
  ¿Qué vamos a hacer con lo que llamó George Orwell el “doble pensar”, las ideas y el discurso contradictorio. Con ese que, por un lado, proyecta un tren maya con un costo de 8 mil millones de dólares y por el otro, señala  una economía en bancarrota.
 
  La llamada “Cuarta Transformación”,si es verdadera, tiene que pasar, necesariamente , por los medios de comunicación. Si necesitamos otro tipo de país, también necesitamos otro tipo de televisión, otra radio, otra prensa escrita, otras redes sociales.
 
 
  Una política de medios que deje de castigar la critica o el disenso y sólo premie la adulación y el sometimiento.
 
  Redes que dejen de operar al estilo Trump, como arma de destrucción masiva en contra de quienes no piensen igual a ellos.
 
 Un nuevo criterio en materia de publicidad oficial que privilegie la calidad de los contenidos, el compromiso con la sociedad y el país, por encima de raitings y tirajes que sólo pueden alcanzar quienes tienen una vocación mercantilista que sacia su sed en  la nota amarillista, frívola y  vulgar.
 
  Querido amigos:
 
   Ni perdón, ni olvido por los periodistas asesinados.
 
   No aceptamos ningún tipo de amnistía a criminales de la información.
 
   No aceptamos que se pretenda matar la libertad de expresión con las balas de la impunidad.
 
   Y alertamos: La muerte de un periodista puede comenzar en el discurso que lo descalifica.
 
  La Historia nos obliga a colocarnos delante de las manecillas del reloj.
 
 Dicen, los que saben, que  lo recomendable en estos tiempos, es defender las instituciones. Elegir una y protegerla porque, al defender una, se defiende a todas las demás. 
 
   Yo elijo una. Escojo a la UNAM, magníficamente aquí representada por el Dr. Enrique Graüe, su rector.
 
   La UNAM sintetiza y encarna a la Patria misma. Representa todo lo que nos define como una nación libre. Vemos reflejada en ella el alma de un país diverso, plural, universal.
 
  Por eso esta noche  queremos hacer del Goooya!!!! un grito de autonomía y libertad. 
 
MUCHAS GRACIAS.