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La generación de energía a partir de tecnologías alternativas es un campo en creciente expansión a nivel mundial y una necesidad ante la utilización de sistemas que

producen emisiones de carbono y uso de combustibles fósiles que siguen contaminando atmósfera, agua y suelos.

A pesar del gran potencial que ofrecen las energías renovables, su participación en el mercado global ha sido limitada principalmente por la dependencia de ciertas economías de estado en el uso de combustibles fósiles, la reducida capacidad y altos costos para la investigación y desarrollo de tecnologías competitivas, así como la falta de información y conocimiento de los recursos con que se cuenta para ser aprovechados como fuentes de energía. Eficiencia, fiabilidad y bajo impacto ambiental son algunos de los criterios primordiales considerados para el desarrollo de dichas tecnologías.

Los océanos contienen 97 por ciento del agua presente en la Tierra y representan un recurso valioso para la generación de energías sustentables. Se consideran, principalmente, cinco fuentes de aprovechamiento de energía oceánica para la producción de electricidad: corrientes marinas, mareas, oleaje, gradientes térmicos y gradientes salinos. Estas fuentes no se encuentran distribuidas uniformemente en el mundo, por lo que cada región evalúa la disponibilidad de recursos y aprovechamiento. Aun así, la tendencia actual de explotación de energía oceánica se centra en la energía producida por las olas, mareas y corrientes.

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), para 2050 el aprovechamiento de la energía oceánica tendría un potencial para implementar más de 300 gigavatios de capacidad instalada a nivel mundial, lo que se puede traducir en un suministro de energía eléctrica, calefacción, refrigeración y producción de agua potable para comunidades costeras, más de 680 mil empleos directos y un ahorro de 500 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.