Picotazo político 26 de septiembre

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La ciudad se encuentra en una lenta recuperación hacia la normalidad, son algunas zonas, a cuenta gotas, pero poco a poco se asoma la columna vertebral de lo cotidiano, claro, aún no pisamos el drama de los números finales, todo huele a fresco, las calles son un corredor de temores, hay miedo, lo tendremos que superar.

Pero para reconocer lo que sí ha funcionado es justo acercarnos a esas piezas de la maquinaria que no han parado, que se muestran fuertes. En estos días son más los actos de los valientes que los de los cobardes, más los ejemplos heroicos que la bajeza de quien roba o mata, existe una pausa, bandera blanca entre nosotros y eso es bueno, primero lo primero, sanarnos y continuar, aceptar esta realidad y tratar de continuar.

Hoy seré breve, en un gran reconocimiento a el sistema que nos ha transportado, que no ha dejado a los capitalinos, que ha sido generoso y eficiente, claro, salvo lo que sucedió y seguirá ocurriendo con la línea doce, la cual sí o sí deberá ser acompañada por sendas órdenes de aprehensión en contra de gente como Ebrard y compañía, a quien el terremoto termina por encuerar como lo que son, funcionarios de la pasada administración que por sus corruptelas han puesto en peligro la vida de miles de usuarios, Ebrard lo sabe, no se salvará de esta, ni sus amenazas ni el blindaje de AMLO le habrán de servir para librar el peso de la ley.

Pero punto y aparte, los usuarios del Metro le debemos un amplio reconocimiento a todos lo que hacen posible que el gusano naranja no se haya caído a pedazos, que no se haya detenido un sólo momento, con el Metro muchos han sido injustos, se le ha criticado por retrasos y hasta por inundaciones, pero en este capítulo mayor en donde un terremoto puso a prueba su capacidad de reacción es que nos encontramos con que el sistema de transporte Metro ha sido capaz de responderle con creces a una asustada ciudadanía.

El Metro es ejemplo de operatividad en caso de desastres, y vaya para aquellos que de manera mezquina pedían hasta la renuncia de su director, Jorge Gaviño, el más sonoro frentazo ante las maniqueas advertencias de que el Metro estaba al bordo del colapso, de que una desgracia mayor llegaría... y llegó, pero en las calles de la ciudad y no en las vías, excepto en un tramo de la línea doce tan identificada con Marcelo y sus voceros.

Jorge Gaviño y su equipo pueden sentirse orgullosos, los técnicos, operadores, administrativos, los de seguridad del sistema pueden sentirse satisfechos, no le fallaron a la ciudad, no hay números negros, por el contrario, lo que se encontró en el Metro ha sido una de las mejores respuestas que un área de gobierno puede dar: confianza y seguridad para con los usuarios.

El Metro fue puesto a prueba y nos entrega buenas cuentas... ello es también parte de ese México que se pinta de heroicidad. Que no se nos olvide.