Bien dicen por ahí que el poder es el mayor de todos los males. Pero también hay que señalar que ese poder es el que

tiene la posibilidad de organizar a los distintos grupos de una sociedad para representarlos y mantener la estabilidad de la convivencia mutua y eso que llaman gobernabilidad. En un organización social como la nuestra, hasta ahora un Poder Ejecutivo, un Poder Judicial, y un Poder legislativo.

En este esquema, el Ejecutivo es un ente unitario con facultades plenas para ejecutar las leyes que dispone el Legislativo, y que son revisadas por el judicial. Para las ciencias sociales el poder es la capacidad de un individuo para influir en el comportamiento de otras personas, esas que en la mayor parte de las ocasiones tienen por finalidad el acumulamiento de cuotas de poder con la única finalidad e alzarse con los caudales públicos.

Y esa circunstancia es la que hemos venido padeciendo los mexicanos desde que los hijos presidenciales comenzaron a realizar una serie de conductas oprobiosas que los pueden llevar a la cárcel. Si es que en este país existen las leyes y la justicia. Porque el cinismo con el que se han conducido en torno a los negocios con el tren Maya, resulta patético, y no necesitamos probar los hechos, porque ellos mismos lo han probado y comprobado lo que Latinus ha sacado en sus reportajes.

Pero habrá que señalar que para las ciencias sociales, el poder es la capacidad de un individuo para influir en el comportamiento de otras personas. Pero también hay que señalar que el poder político es la lógica del ejercicio de las funciones por parte de las personas que ocupan un cargo representativo dentro del gobierno. También agregaría que los Poderes públicos son las distintas instituciones que conforman al Estado.

Pero también valdría la penas decir que si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están bien representados, y lo señalo porque así lo decir Mahatma Gandhi. Y como dice Carlos Gaviria Díaz, el que paga para llegar. Llega para robar, y esa es la circunstancia más lamentable del país en los momentos en que hemos constatado que tanto el Presidente como sus queridos hijos, están cortados con la misma tijera, es decir los cuatro son unos vulgares ladrones.

Pero como dicen por ahí, que cuando un pueblo se levanta, es capaz de derrumbar lo que le pongan enfrente, porque el enojo es el más dañino de los defectos. Mas le valdría al presidente de la Republica que no haga enojar al monstruo de las siete cabezas que existen en esta aociedad en la que estamos inmersos los mexicanos. Porque las consecuencias pudieran ser devastadoras. Al tiempo.

Vladimir.galeana @gmail.com

Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septién. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.