Difícil se esta poniendo la recuperación de la institucionalidad en Michoacán a causa del crecimiento desmesurado de las expresiones armadas en la entidad.

El 26 de septiembre de 1960 se rompieron todos los mitos de la política. Nada volvería a ser igual después del debate celebrado entre Richard Nixon y John Fitzgerald Kennedy.

Pese a que las oposiciones han utilizado un doble discurso para mantener su relación con el Presidente Enrique Peña Nieto a través del Pacto Por México, y por otro lado manipulan a las corrientes internas de su partido para que traten de romper acuerdos, critiquen abiertamente en los medios de comunicación, y sigan haciendo esa labor de zapa que saben hacer muy bien, la realidad es que todos juegan a colocar sus canicas manteniendo la misma cantidad en los bolsillos. No se han entregado en su totalidad los liderazgos de las tres principales fuerzas políticas del país, y han negociado con las corrientes opositoras para que estas sean vistas por el partido en el poder, y encarecer el precio de mantenerse dentro del llamado pacto. Para decirlo más claro, todos, todos los partidos políticos, juegan a lo mismo.

En algunas de las pláticas que la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Television ha mantenido con algunos miembros de la fracción parlamentaria del Partido del Trabajo en la Cámara de Senadores,

El Gobernador de Guerrero, Angel Heladio Aguirre Rivero, siempre se ha distinguido por ser muy peculiar. Bronco y echador cuando tiene poder y silencioso cuando  le toca replegarse. Dicharachero, bohemio, fiestero, enamorador que no encantador, y acostumbrado a creer las mentiras que le dicen sus colaboradores, y que él mismo transforma en verdades cuando de justificar algo se trata. En Guerrero la gente ha dejado de creerle porque la mayor parte de lo que prometió no lo ha cumplido aunque siempre dice lo contrario. Su abuso de la fiesta y las bebidas espirituosas es harto conocido, pero poco le importa lo que diga el vulgo. Su vocación por el nepotismo es lamentable, y ni que decir de los negocios al amparo del poder que siguen haciendo de su familia una de las más acaudaladas del estado.

Hay que reconocer que Rosario Robles Berlanga no es monedita de oro para caerles bien a todos, y menos a quienes fueron sus compañeros de partido y que gracias a “sus buenos oficios” hizo ganar la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal para Andrés Manuel López Obrador. Cuando aquel comenzó a defenestrarla ella le señaló que lo había ayudado con la publicidad de Televisa, a lo que contestó simplemente: “Yo no te pedí que le ayudaras”.