SINGLADURA

¿Debería descarrilar “una frase desafortunada y vulgar” el nombramiento de Paco Taibo II al frente del Fondo de
Cultura Económica? ¿Es tan grave que Taibo II haya dicho lo que dijo? ¿Se vale que en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara se haya pronunciado lo que muchos juzgan impronunciable? ¿A quién se refería Paco Taibo II al festejar que ´sea como sea se las metimos doblada´”, casi en una vaga referencia al otro clásico: “haiga sido como haiga sido”.
Ya ofreció una disculpa Taibo II. ¿Suficiente? ¿Borrón y cuenta nueva? ¿No es para tanto? ¿Deben confirmarlo en su cargo de director general del FCE?
Sobra decir que en general, como sello de identidad nacional, casi todos los mexicanos somos groseros, malhablados, alvaradeños pues. Es un hecho que prácticamente todos los mexicanos supimos de qué hablaba Taibo II cuando soltó su frase ya antológica: “se las metimos doblada, camarada”. Es la frase típica del macho, el que la deja ir, el que la mete toda, sin chistar.
Misógino, homofóbico, patán, vulgar, barbaján, gañán, truhan, lépero, grosero, pelafustán y hasta “PatánIgnacio” llaman ahora muchos en México a Taibo II, quien seguramente es ahora más conocido entre un número mayor de mexicanos, al menos de nombre, que por su obra de difusión, escritor y creador de muchos años en México, el país que lo naturalizó hace más de tres décadas.
Inaceptable para muchos que Taibo II haya soltado una leperada, una majadería cargada de sexismo en un foro como la FIL, inaceptable que un virtual funcionario del gobierno que ha prometido la “cuarta transformación” del país, haya usado de esa forma la palabra. A Taibo se le conoce de cualquier forma como un hombre procaz, de vocabulario florido, pero esta vez parece que se le fue la lengua de más y lo digo, claro, sin albur.
Me parece que Taibo II supone o supuso que su calidad intelectual le basta y sobra para incurrir en faltas cívicas, impropias para quien se presenta ante un auditorio como el que asiste y atiende la FIL. Sabemos además que Taibo II es un hombre de modos rudos, toscos, pero cuando se apresta a representar a un gobierno, debiera moderar sus modos y estilos por razones obvias.
Creo que el asunto podría resolverse de dos maneras: una, que él mismo renuncie a su candidatura a encabezar el FCE. Sería un acto de contrición. La otra es que el presidente López Obrador, quien asumirá en unas horas más, cancele su decisión de nombrarlo. Se ahorraría capital político para otras batallas que lo aguardan, pero además enviaría un mensaje claro y contundente de autoridad a sus colaboradores actuales y futuros en el sentido de que no tolerará imprudencias y majaderías que ofenden a un país y más, infinitamente más, a quien las profiere.
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