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El acaparamiento que del agua hicieran los colonos españoles en el siglo XVI, en una zona ubicada entre Hidalgo y el Estado de México, motivó a que el padre Francisco de Tembleque encabezara la construcción del acueducto que hoy lleva su nombre.

Lo hizo para llevar agua de Zempoala a Otumba para beneficio de los indígenas de la zona. El resultado, luego de 17 años de trabajos en los que participó la comunidad de la región, fue una obra monumental que corre a lo largo de 42 kilómetros aproximadamente, 12 de los cuales no han dejado de funcionar desde su edificación.

El acueducto está formado por tres arquerías, una en la ex hacienda de Tecajate, otra en la de Los Arcos, y una más en la Barranca del Papalote. Esta última, llamada Arquería Monumental, consta de 68 arcos, se extiende por casi un kilómetro y uno de sus arcos alcanza 40 metros de altura.

“Es una de las obras de ingeniería más importantes de la historia, probablemente la más importante en su momento en América y probablemente en el mundo”, comenta Rafael Tovar y de Teresa, director del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

Este año, Conaculta inició la realización de los Estudios y Proyectos para la Obra de Intervención de Restauración que se centró en la Arquería Monumental y que ha sido posible gracias a la donación de 10 millones 263 mil 644 pesos otorgados por el Fondo de los Embajadores para la Preservación Cultural, de Estados Unidos.

Los trabajos de restauración contemplan la rehabilitación y consolidación de la Arquería referida, la conservación de glifos, la rehabilitación del sistema hidráulico, la consolidación de muros de adobe y un rescate integral del monumento. También se espera revertir el proceso de degradación arquitectónica y constructiva, y combatir la flora parásita detectada en las bases de las columnas, y en los remates e interiores del apantle o canal superior. En algunos arcos también se encontraron grietas estructurales que se espera reparar.


La realización

En 1512 llegó a México el libro de Alberti, tratadista del Renacimiento que a su vez recoge las teorías constructivas del arquitecto de la Antigüedad clásica, Vitruvio. El libro estuvo en manos del virrey Antonio de Mendoza, y “comentando con los especialistas (…) probablemente de ese libro surgen algunas ideas y conceptos que permitirán entender y definir las primeras obras de la Nueva España y entre ellas puede estar el acueducto del padre Tembleque”, comenta Tovar y de Teresa.

La obra unifica es una "mezcla ecléctica de tecnologías autóctonas con el conocimiento antiguo", comenta el arquitecto Raúl Delgado, director general de Sitios y Monumentos Históricos de Conaculta y quien está a cargo de la obra.

Una aportación técnica local autóctona es la cimbra, que no se especifica en los textos de Vitruvio pero quien sí aborda en sus textos el tema de la combinación de la piedra y la manera de cortarla. En tanto, las argamasas se hicieron con cal, miel con baba de nopal, que era una técnica prehispánica.

Las columnas fueron construidas con bruñido, un material usado para unir las piedras y que se compone de cal, agua, miel de abeja y baba de nopal, material que además de su resistencia, ayuda a disminuir el crecimiento de hongos y hierbas.

“Es una tecnología muy compleja aunque tiene un resultado de una arquitectura muy limpia, airosa”, explica Delgado. “Es un acueducto muy esbelto, pero estamos en un suelo con actividad sísmica constante por lo que se ha un hecho un modelo dinámico del comportamiento sísmico del edificio para darle fortaleza donde se han identificado debilidades”.

En este proyecto se resalta el papel de la mujer pues la obra se financió con el trabajo manual de las mujeres de la zona a través de los textiles, de los hilados, tejidos que realizaban.

En realidad, los trabajos de restauración iniciaron hace 20 años y se han invertido 50 millones de pesos aproximadamente. Estos trabajos han avanzado al punto de que en 2010 México presentó la candidatura ante la Fundación de Embajadores y fue aproaba la aportación de 10 millones de pesos mencionados que se suman a los cerca que 40 millones de pesos que el gobierno federal ha destinado a estas obras que estarán listas en dos años.

En la restauración también participan el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Instituto de Ingeniería de Universidad Nacional Autónoma de México, y los gobiernos de Hidalgo y del Estado de México

Después de esta y otras iniciativas de restauración y la creación de reglamentos que protegen el acueducto del padre Tembleque y su entorno ecológico, se decidió presentar la obra ante la Unesco para que sea declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad. El expediente técnico preparado por el INAH y que respalda su candidatura ya está en marcha.