(Todo viene de la pureza a la que se ha de volver, tras despojarse de la maleza buscada y reconstruir el reino de la luz ahora desasistido. Pongamos en

acción el espíritu de cercanía, con la libertad precisa y la familiaridad necesaria, sustentada y sostenida por el abrazo permanente, que es lo que nos da fortaleza para el camino).

I.- LIBERTAD CON EL ESPÍRITU

Al son del viento baila el mar,
al son del mar el cielo se mece;
pues todo oscila entre alientos,
que se disuelven en nosotros,
para darnos vida y poder vivir.

Dejémonos que el soplo entre,
que el espíritu nos humedezca;
seamos dóciles a la llamada,
volvamos a los aires del bien,
y cuidemos la libertad de ser.

Abrámonos al palpitar divino,
hay que germinar de nuevo,
gestarse en lo que nos revive,
colmarnos de razones y valor,
hasta vaciarnos de maldades.

II.- FAMILIARIDAD CON LO ARMÓNICO

Con la palabra nos crecemos,
bajo su mística nos fundimos;
en su esencia nos cultivamos,
vertiendo sueños en el diario
de cada día, llenando anhelos.

No deshabitamos la confianza,
que nos une y que nos reúne;
es lo que nos hace continuar,
dando lo mejor de uno mismo,
con el pan que nos hermana.

Hemos de poner alma en todo,
como síntesis de conformidad,
entre el decir y el mejor obrar;
ya que todo es lo que ha de ser,
la sinfonía del poema de Dios.

III.- CERCANÍA CON LA GENTE

El prójimo ha de estar próximo,
ha de verse y sentirse cercano,
y no cercado por las miserias,
que nos fragmentan por dentro,
dejándonos sin piedad ni ternura.

Dios para acercarse a nosotros,
se abaja en Jesús y nos redime,
se despoja y se hace uno más;
acorta trechos y alarga el paso,
riega las llagas y seca lágrimas.

Retornemos a la mansedumbre,
sin decaer en la mano tendida;
pues extender los latidos aliena,
a que todos nos oigamos bien,
con la bondad como abecedario.

Víctor Corcoba Herrero
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21 de Enero de 2022.-