Después de lo denunciado sobre el dispendio atribuido a Enrique Graue, en este año de renovación de la Rectoría, la

UNAM enfrenta un reto impostergable: poner fin al cacicazgo médico de 24 años al frente de la institución. Ese cuarto de siglo, que tuvo momentos buenos, también ha incubado abusos, excesos, corruptelas y deficiencias insostenibles. Inició con Juan Ramón de la Fuente, siguió con el priista José Narro, y continúa, pero debe concluir, con Enrique Graue. Los 24 años de médicos arrancaron con la liberación policiaca de la UNAM, secuestrada por El Mosh, pero cierran con tres grandes escándalos: el ridículo de Graue, por su pésimo manejo del caso de plagio de la tesis de la ministra Yasmín Esquivel, la revelación de que el doctor Graue es médico oftalmólogo, pero no tiene el grado académico de Doctor, aunque lleva años firmando como tal, y ahora, una acusación por millonarios que suena desproporcionada y tendrá que probarse, por gastos personales y turismo pseudoacadémico, de alrededor de 80 millones de pesos y más de 450 visitas al extranjero, todo pagado por la UNAM.

Muchos no saben, pero, la arrogancia de ostentarse como doctor sin serlo es un delito que también alcanza a José Narro Robles y a Juan Ramón de la Fuente. Los tres médicos que han manejado la UNAM por más de dos décadas se han promovido como lo que no eran. Ninguno tenía estudios doctorales cuando fue rector. Sin embargo, los tres han firmado como doctores. Desde ahí se perdió el respeto por los grados académicos de la UNAM.

Cuando se habla de mafias académicas y de castas doradas en la UNAM, es inevitable voltear hacia la Facultad de Medicina y a la Torre de Rectoría; las coordenadas desde las que se han definido privilegios en la universidad durante un cuarto de siglo.

Hoy la triada médica: De la Fuente-Narro-Graue, está ante una encrucijada: Ven a Germán Fajardo, el director de la Facultad de Medicina, como un candidato imposible por su condición de externo; estudió su licenciatura en la Universidad La Salle. Sin embargo, no piensan renunciar al poder acumulado durante 24 años en el trono y pretenden usar al director de la Facultad de Medicina como cartucho desechable.

Su apuesta, hasta la semana pasada, era inscribir a Fajardo para simular competir y “sacrificarlo democráticamente”. Al mismo tiempo arremeterían contra los candidatos más fuertes a la Rectoría para destruirlos anticipadamente, inventando problemas donde no los hay; todo mientras encumbraban a su verdadero candidato: Luis Álvarez Icaza. Sin embargo, el escándalo por los millonarios gastos turísticos y personales que se atribuyen a Graue. ha herido de muerte al candidato de la triada médica. Alvarez Icaza es el secretario Administrativo de la UNAM y, para todos los efectos, quien autoriza y paga los gastos de la Rectoría y del rector. Sería, dicho en buen castellano, la tapadera que habría aprobado y fondeado la vida de privilegios y excesos que se le atribuye a Graue. Álvarez Icaza está muerto dentro de la carrera sucesoria en la UNAM y a estas alturas, debe estar buscando abogados porque le pueden fincar responsabilidades legales por malversación y daño patrimonial a la UNAM.

Sin su delfín malogrado, la mafia médica echó a andar su Plan B: construir una candidatura débil, elegida de alguno de los institutos de investigación o de las oficinas de coordinación; no de las facultades, para evitar que tenga experiencia en el manejo de conflictos con alumnos y plantas docentes robustas. A ese candidato débil, la mafia médica lo arropará, lo apoyará y, si lo hace rector, lo manipulará ofreciéndole su expertis, su guía y su experiencia en el manejo de la burocracia universitaria, con un solo objetivo: hacerse indispensable por su experiencia en el manejo de conflictos con estudiantes y profesores.

Improvisar un rector débil que los necesite, es la fórmula de la triada De la Fuente-Narro-Graue para ceder la Rectoría, pero conservar el poder en la UNAM. Y como la mafia médica no pierden el tiempo, con Álvarez Icaza en desgracia, ya le pusieron nombre y apellido a su Plan C para la Rectoría: William Lee, el coordinador de Investigación Científica de la UNAM; un respetable ratón de biblioteca que no podría lidiar ni con las APAUNAM, ni con el STUNAM, ni mucho menos con la 4T.

Eduardo Ramos Fusther
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@RamosFusther
Licenciado en Derecho (TECM), Licenciado en Seguros y Fianzas y Administración de Riesgos (Universidad Marista). Maestrante en Pedagogía (Universidad YMCA). miembro del Consejo Nacional de Honor de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT). Titular de "El Punto Crítico Radio". Editor del periódico El Punto Crítico. Con 50 años ejerciendo el periodismo.