Inició la Semana con la lamentable noticia del fallecimiento de quien fuera la primera dama de nuestro país: Paloma Delia Margarita Cordero Tapia; esposa del Presidente

 Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988).
Paloma Cordero, siempre se caracterizó por el apoyo que le otorgó a su esposo en todo momento durante su trayectoria política. Una mujer que amó profundamente a su familia y que se comprometió con su trabajo en la Presidencia del Sistema de Desarrollo Integral de la Familia, el cual sirvió con dedicación y aplomo.
Se le debe recordar en momentos difíciles que enfrentó México en la década de los ochenta, creando una serie de programas para beneficiar a la primera infancia: con una serie de acciones dirigidas a la protección de los menores maltratados y el apoyo a la rehabilitación de niños farmacodependientes, fueron algunas de sus principales tareas.
Sin embargo, llegó septiembre de 1985, se produjo la desgracia natural que marcó todo el sexenio; el sismo más destructivo que habría de sufrir nuestra patria.
Recuerdo que la Primera Dama estuvo en las áreas afectadas. Se hizo presente haciendo recorridos, visitó albergues y a hospitales. A falta de espacios de atención promovió la reubicación para que se dieran los cuidados necesarios a las personas que lo requirieran en las instalaciones del DIF.
Su personalidad fue siempre discreta, pero su trabajo fue contundente, con un alto compromiso cívico, recuerdo verla caminando entre los escombros. La Señora Cordero de de la Madrid recibió en esos momentos tan difíciles a su homóloga de los Estados Unidos Nancy Reagan y juntas llegaron a supervisar los trabajos que se estaban haciendo en la capital del país, consiguiendo un apoyo extraordinario por parte de los vecinos del norte. De igual manera, gestionó y recibimos auxilio de mujeres trascendentales en el mundo que se solidarizaron con nuestra emergencia. Recordemos que la Reina Sofía de España, que a los pocos meses, también, visitó nuestro país dando ayuda de parte del pueblo ibérico.
Ser esposa del mandatario de un país, debe ser un trabajo de entrega y de un alto compromiso con sus compatriotas; los ciudadanos necesitamos ver en la compañera de vida de quien rige los destinos del país a una mujer con la sensibilidad tan a flor de piel, que pueda levantar los escombros de un sismo y darle la mano a un niño para salvarle de por vida.