El gobernador de Michoacán Silvano Aureoles, denunció ante el presidente, que la participación de la delincuencia organizada en las pasadas elecciones fue determinante en sus resultados, precisó que gracias a esa intromisión en Michoacán MORENA cosechó esos resultados, por tratarse del Partido del

presidente, la denuncia caló, a ello el presidente respondió que si tiene pruebas que se las muestre, y eso hizo, se presentó en la presidencia y Obrador no lo recibió.     

El tema no es menor, porque es una evidencia de la actitud de un hombre desde Palacio, que cierra las puertas a cualquier crítica o actitud que le incomode, así de cómodo. 

El pretexto - que no argumento - fue que no es su tema que cualquier denuncia en materia electoral debe acudir a las instancias correspondientes, pero, qué acaso no es un tema que ha ido permeando en todo el país, si bien es cierto que hay instancia para resolverlo, es un tema de seguridad también y nos preguntamos, qué no, supuestamente, antes de las mañaneras a deshoras de la madrugada el presidente se reúne con el gabinete de seguridad, acaso las cabezas lanzadas a algunas de las casillas durante el proceso electoral , no son tema de seguridad. 

Como la operación benefició a MORENA, para el Presidente resultó mejor no recibirlo y señalarle que atienda a las instancias correspondientes pero el tema es federal y la seguridad desde el punto de vista administrativo, hasta hoy sigue siendo un tema Federal, lo único que podemos decir es que es que evidencia omisión o negligencia, temas que se siguen acumulando en contra de la administración federal actual, lo que puede ser objeto de investigación con el paso de los años y en el eventual cambio de gobierno, claro, si es que no resulte que el sucesor le deba al presidente su ascenso, similar como los mejores tiempos del PRI. 

Es evidente que el caso de Michoacán se multiplicó en otros estados, donde los cárteles se involucraron en el proceso electoral intimidando la participación ciudadana o impulsando a candidatos afines a su causa. 

En esa ruta, la cesión de poder irá transitando hacia los gobiernos de facto o jefes de plaza de la delincuencia, el tema es hasta cuándo y hasta dónde y, si el gobierno podrá recuperar el poder perdido sin derramamiento de sangre, porque ese es precisamente el segundo tema, quien cargará después con las culpas, de un escenario donde el costo para su recuperación será con muertos.   

Es esa precisamente la consecuencia que se quiere evadir, la responsabilidad que se elude si no se toman las decisiones inclusive a costa de imagen de gobierno o del propio presidente. 

Lo que sí está costando mucho al país, es la proclividad para privilegiar su imagen y la imagen de su gobierno, por encima de los intereses de la Nación y del pueblo de México.    

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