Cuando esto termine, idea o aspiración que repetimos

 ansiosamente ahora que vivimos una crisis que hace menos de un mes, veíamos lejana. El #COVID19 está aquí, toca a nuestra puerta, nos infunde miedo y ha cambiado la forma en que vemos y percibimos el mundo.

Cuando esto termine –nos repetimos hasta el cansancio- volveré a estudiar, a trabajar, al gimnasio, retomaré las vacaciones que tuve que suspender, reabriré mi empresa, volveré a ver y abrazar a mi familia, amigos, pareja o compañeros de trabajo. No estoy seguro que sea así de fácil.

Terminando la devastadora crisis sanitaria, vendrán las demoledoras consecuencias de la crisis económica. El #COVID19 habrá alterado nuestra forma de consumir, estudiar, trabajar y comunicarnos. Las reglas del juego político mundial darán un giro de 180 grados, las grandes potencias, no lo serán tanto y las naciones emergentes, tendrán una nueva posición de poder.

Y, en todo esto, ¿nosotros que?

En los últimos días, he visto aparecer innumerables “iniciativas” de solidaridad y ayuda a quienes más lo necesitan, muchas de las cuales, son elaboradas, implementadas y socializadas desde la pantalla de un teléfono móvil. Las hay también, cargadas de emotividad, verdadero compromiso y empatía.

Hemos visto surgir la creatividad y responsabilidad de un sector empresarial que busca proteger su patrimonio y la fuente de empleo de miles de duranguenses, sin negar que se ha manifestado la ambición desmedida de algunos pocos, que no abren sus ojos a una realidad que los puede golpear también a ellos.

Se manifiesta la indolencia de quienes solo buscan aprovechar el momento para tratar de incrementar su posicionamiento mediático y con ello, avanzar en sus aspiraciones políticas, error que les costará muy caro.

En medio de todo esto, crece la incertidumbre de una sociedad que percibe desorganización, falta de voluntad y hasta cierto punto, incapacidad de sus gobiernos para hacer frente –al que muchos aseguran- es el desafío más grande de la humanidad, en los últimos 70 o hasta 100 años.
Es momento de volver al origen.

“Polvo eres y al polvo volverás” nos recuerda que estamos indefensos ante la muerte, nos echa en cara nuestras debilidades y busca hacernos ver la nulidad de nuestras propias vanidades.

Más allá de la connotación religiosa, el objetivo es reflexionar sobre la fragilidad de la condición humana, misma que a pesar de los enormes avances científicos y tecnológicos, de los “progresos” sociales y culturales, se mantiene ahí.

Cuando esto termine, nada volverá a ser igual, ojalá para bien. Cuando esto termine, confío que los duranguenses seremos mejores personas, que hayamos enfrentado la crisis de la mejor manera, unidos, responsables y solidarios con quienes la estén pasando mal; confío que hayamos aprendido la lección y que surjamos como una mejor sociedad, más creativa, inteligente, sostenible e incluyente.

Confío que escribiremos una nueva página en nuestra historia, y seremos recordados como la generación valiente que tuvo la capacidad de adaptarse, sobreponerse, elaborar un plan, abandonar falsos egoísmos, unirse y trabajar para entregar a los futuros duranguenses, un mejor lugar para vivir.

Cuando esto termine, confío que seremos más humanos.