“Quiso volar
Igual que las
Gaviotas”
Alberto Cortez.

 El patio del National Palace estaba lleno de funcionarios de primer, segundo, tercer y cuarto nivel; un garapiñado de mujeres y hombres patriotas, cívicos y sacrificados. Funcionarios públicos de la transformación que está en marcha, que ha construido hospitales, escuelas, carreteras, vías férreas, destacamentos de policías y un sin número de obras de mantenimiento mayor, mediano y menor como en la línea 12 del Metro de la CDMX.
Los invitados al X informe presidencial comentaban entre sí, cuáles serían esas verdades ocultas, esos números encriptados o esos mensajes libres para ser interpretados por los presentes y los ausentes, que el SEÑOR PRIMER MINISTRO, develaría minutos más tarde. Las ansias los calcinaban.
El Primer Magistrado llegó de la manera menos esperada: en su Jetta color blanco, sencillo, humilde, modesto, austero. El pueblo sorprendido manifestaba su aprobación a semejante acto de dignidad y sobriedad jamás antes visto. Los murmullos palaciegos eran de emoción franciscana. “y no llegó en metro, porque había el riesgo de que el pueblo lo retardara por tomarse fotos, saludarlo de mano o cosas así” mucitó una voz cercana al despacho del Hombre del momento. Los que escucharon hicieron un gesto de asombro en sus rostros, sus ojos blancos, la frente hacia el cielo y las manos en alto.
El Hombre caminó, no, no, no: levitó. Su andar era entre nubes, aterciopelado el paso, el balanceo de sus brazos con ritmo, cadencia, ligereza. Con esa serenidad que te dan el santo descanso de seiscientos mil muertos por una pandemia que cayó, devino, concluyó como anillo al dedo. Ni más ni menos, esa paz que proyectaba al Hombre se impregnaba en el ambiente como sanitizador en aerosol. Una voz masculina gritó “¡Tú nos salvaste!”, El Hombre, asintió con su cabeza, ligeramente, casi imperceptible a los ojos de un clase mediero de la mitad para abajo con licenciatura y lecturas prohibidas.
El Caudillo llegó a su lugar, el discurso con hojas de opalina de 100 mlg y las orillas enceradas para no herir la yemas de sus dedos inmaculados, se encontraban en el Ara de la Verdad Verdaderamente Verdadera. El Mártir de la transformación en marcha alzó la mirada, recorrió el espacio, constató que estaba frente a su Palacio, el de orígen Virreinal, hizo un levísimo movimiento con su mano izquierda y la asistencia, cual ejército chino, en un solo movimiento se sentó, el silencio era celestial. Y se oyó la voz.
“Gracias a los mexicanos en el extranjero, las remesas siguen subiendo, los conminó a seguir allá, allende fronteras, viviendo penurias, persecusiones de la patrulla fronteriza, pelando pollos hasta que les sangren los dedos. Siganle trabajando, que aquí su supremo gobierno y los bancos Azteca y Elektra seguiremos administrando el dinero que mandan a sus familias.
La delincuencia ha disminuido, los abrazos están funcionando, los balazos contra civiles también. En esta tierra de gente cabal hay paz y algo más. Ya no hay masacres. Lo de Reynosa, Zacatecas, Silao, Apatzingán son actos provocados por un puñado de conservadores que se dejan matar para desestabilizar a nuestra democracia pero, al igual que los fascistas en España: ¡No Pasará! En eso, el pleno del gabinete, ampliado, extendido y expandido, gritó al unísono: ¡No Pasarán! ¡No pasarán!
Continúo, El Caudillo, su disertación:
En uso de las facultades que me otorga la Constitución Política de la Nación, mandé, ordené que se ejecutara una encuesta telefónica a los hogares de Zongolica, La Sierra Tarahumara, La Sierra Lacandona y otros puntos estratégicos de la transformación en marcha.
Les hicimos tres preguntas:
¿Son felices? 80% sí, muchísimo. 15% sí, mucho 5% sí, bastante.
¿Viven bien? 90% requetebien. 9% mejor, imposible. 1% muy bien.
En la revocación del mandato, me van a correr? 50% Nunca. 30%, jamás. 20%, ni pensarlo.
Por último. El Hombre profundamente conmovido, abandonó la lectura por un momento, alzó la mirada y los estrenduosos aplausos llenaron el patio, los pasillos, las salas y todos los rincones del National Palace.
Andrés Manuel López Obrador, tiene razón, somos una clase media jodida, egoísta, aspiracionista (sic) y envidiosa.
2 de julio del 2021.