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Desde los doce años de Gobierno Panista, la política exterior no había sido la prioridad en la agenda presidencial hasta el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y de Peña Nieto. Como parte del Plan Nacional de Desarrollo para la demanda por resarcir nuestra diplomacia, se propone un apartado llamado “México con

Responsabilidad Global”, en la que se aspira a posicionar a México como actor relevante a nivel internacional.

Pareciese que el nuevo gobierno se ha planteado lo que en pasadas ocasiones había fomentado el PRI en el contexto internacional: hacer de México un portavoz (o al menos querían lograr aquella hazaña) de las naciones en desarrollo. Pero esto ya no es más así, vivimos en un Nuevo Orden Mundial multilateral y en una nueva situación interna.


La gira reciente de Peña Nieto a Portugal, El Vaticano y España podría esperarse que fuera, en el argot político, para fortalecer y estrechar las relaciones económicas, culturales y educativas en el seno de una política exterior renovada e impulsada por un protagonismo paroxístico en la imagen de un “presidente joven y con grandes esperanzas para el país”.


Sin embargo y dadas las circunstancias de las reformas que ha llevado a cabo el gobierno, en el exterior, esto es un signo de revitalización y de una economía más abierta que intenta “socavar los rezagos que desaceleran nuestro crecimiento económico”. Es posible que ésta gira y las próximas que tenga Peña Nieto, virarán bajo ésta perspectiva.


Lo que más bien es de sospechar, es que la política exterior del PRI, está sirviendo para vender a México -y por ende a Petróleos Mexicanos (PEMEX)- como un “gran socio responsable y un espacio con grandes oportunidades para invertir”, sobre todo en el petróleo. No es casualidad que se invite a la empresa petrolera portuguesa “Galp Energía” y a la española “Iberdrola”, como “posibles inversionistas” atendiendo los desarrollos de la Reforma Energética.


Por otro lado, se invita al Papa Francisco a visitar nuestro país, pero ¿Acaso no somos un país laico constitucionalmente? ¿Se trata de un nuevo distractor o de reducir la potencial tensión con la Iglesia católica que critica al gobierno por su malestar en la economía? Por un lado, es de observar que Peña fue a buscar mediación y apoyo en el contexto político y social al catolicismo y por otro, a fomentar la Reforma Energética como parangón de “cambio histórico de nuestro país”.