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Londres, Inglaterra.- El británico Andy Murray dejó hoy el trofeo de Wimbledon en casa por primera vez en 77 años al derrotar en la Final al número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic, que claudicó ante el héroe local en Londres en tres horas y nueve minutos, por 6-4, 7-5 y 6-4.

La Final de hoy ponía a prueba una vez más el tradicional miedo escénico que acosa al segundo tenista del mundo ante su público, que le anima hasta la extenuación pero que, al mismo tiempo, añade sobre él una presión que en ocasiones no ha sabido manejar.

El escocés recibía en Londres, el que puede considerar su feudo, a un tenista en el cenit de su carrera, que luchaba por llevarse su sexto Grand Slam -el segundo este año, después de Australia- pero que llegaba al límite de sus fuerzas tras luchar casi cinco horas con el argentino Juan Martín del Potro en Semifinales.

El primer punto del partido, bajo el intenso sol que caía hoy al suroeste de Londres, fue toda una declaración de intenciones por parte de Murray, que ya no es aquel tenista inseguro que perdió tres Semifinales consecutivas antes de clasificarse para su primera final de Wimbledon, hace un año (perdió ante el suizo Roger Federer).

Transformado, convertido en un ganador después de años en el papel de víctima, Murray aguantó con solidez los primeros intercambios con el serbio, que pasó más apuros de los previstos para defender su saque en el juego inaugural.

En uno de los santuarios del tenis mundial, donde los jugadores están obligados a vestir de riguroso blanco y el juego se desarrolla habitualmente entre un pesado silencio, los espectadores no podían contener hoy los gritos con cada bola a la línea y cada carrera sobre el césped de Murray.

El tenista local, que a los 14 años abandonó la nublada Escocia para perfeccionar su tenis en España, se sentía inspirado en la primera jornada de profundo verano que vive Londres este año, mientras que Djokovic trataba de protegerse del sol con una visera al inicio del partido y sufría ante los tiros ganadores de su rival.

Aún con el encuentro de cara, el británico continúa sin ser inmune a la presión: en el clímax del primer set, tras romper el servicio de Djokovic, Murray cometió dos dobles faltas consecutivas que le obligaron a sudar más de la cuenta para defender su servicio.

Con todo, el tenis es un juego en el que hay tiempo suficiente para que el mejor se acabe imponiendo, a pesar de errores puntuales, y hoy Murray demostró más claridad que su rival.

El serbio fallaba demasiados primeros servicios como para poner en aprietos a su rival al resto, y acabó el segundo parcial desquiciado tras ver cómo Murray le remontaba un 1-4 en contra.