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El dueño del equipo, Diablos Rojos del México, Alfredo Harp Helú, anunció que para el 2016 la capital contará una vez más con un estadio de calidad para la práctica del beisbol profesional, y para ello debe invertir esa cantidad de dinero, esto de acuerdo a un reporte realizado acerca del valor de construcción aproximado de un inmueble del nivel Triple A en el beisbol estadounidense y el estadio más moderno para esta actividad en nuestro país.

La Triple A -las Ligas Menores de los Estados Unidos y la división a la que pertenece la Liga Mexicana de beisbol- ha construido del 2000 a la fecha un total de 14 nuevos parques de pelota. En el vecino de norte hay dos campeonatos de esta categoría con un total de 30 franquicias, así que casi la mitad de ellas han edificado un nuevo estadio para jugar sus partidos.

En los últimos cinco años, en la Minor League se edificaron seis nuevos inmuebles con costos entre los 36 hasta los 72 millones de dólares. De acuerdo con el dueño de Diablos, se piensa construir un parque con capacidad de 10,000 a 12,000 espectadores -el aforo promedio en las franquicias Triple A en EU- y contar con las mejores condiciones.

En México el parque más moderno es el Estadio Sonora -la casa de Naranjeros y los Diablos de Hermosillo de la Liga Mexicana del Pacífico y Liga Norte de Sonora respectivamente- coloso construido con motivo de la Serie del Caribe 2013. De acuerdo con documentos oficiales, el inmueble tuvo un costo de 30 millones de dólares.

El nuevo parque fue aprobado por el máximo rector del beisbol mundial, la MLB, y tiene entre sus características una enorme pantalla, luminarias, cámaras de alta definición y 38 palcos. El inmueble presume que está capacitado para recibir eventos como “Serie del Caribe, Clásico Mundial o partidos de exhibición de Grandes Ligas”.

De acuerdo con información filtrada no se construye un parque para la Liga Mexicana de Beisbol desde el 2001 cuando se edificó el Nelson Barrera, donde juegan los Piratas de Campeche.

Otros parques han sido remodelados, pero no son nuevos en 100%. La inversión entre modernizar y crear un nuevo parque es enorme. Por ejemplo, se invirtió en el Beto Ávila de Cancún, Quintana Roo, en el 2006 para la llegada de Tigres un total de 28 millones de pesos (2.5 millones de dólares aproximadamente), es decir, 12 veces menos gasto del que requiere uno de reciente construcción.