Los comicios se han convertido en un referendo sobre Netanyahu, de 65 años y en el poder desde hace casi una década. Si gana de nuevo estaría en camino de convertirse en el primer ministro de Israel con más años en el cargo.

La campaña de Netanyahu se ha centrado en la amenaza del programa nuclear iraní y la propagación de los islamistas radicales.

Pero muchos israelíes dicen estar hartos de este mensaje y, como resultado, la campaña de centroizquierda se ha enfocado en temas socioeconómicos, especialmente en el alto costo de vida en Israel, lo que parece haber sumado apoyo entre los votantes.

En las últimas encuestas de opinión, el bloque centroizquierdista Unión Sionista, liderado por Isaac Herzog, mantenía una ventaja de cuatro escaños sobre el derechista partido Likud de Netanyahu, un margen que lo encaminaba a una sorpresiva victoria.

Pero en los últimos días, Netanyahu buscó movilizar a la base de su partido y atraer los votos de otros sectores de derecha, como los nacionalistas, prometiendo la construcción de más asentamientos judíos y asegurando que los palestinos no tendrán su propio Estado si es reelegido.

Esas promesas, de llevarse a cabo, aislarán aún más a Israel de Estados Unidos y la Unión Europea, pero es posible que en cierta medida convenzan a los votantes.

Incluso si pierde la elección por un margen no muy amplio, Netanyahu probablemente seguirá mejor posicionado para formar una coalición y de esta forma seguir en el poder.