Dio la bienvenida a los fieles laicos, a los cardenales y obispos, a los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas.

Asimismo, saludó a los jefes de estado y de gobierno, entre ellos el presidente de México, Enrique Peña Nieto y dio gracias a los representantes de las otras Iglesias y comunidades eclesiales por su asistencia.

Solicitó durante su homilía, no olvidar que el verdadero poder es el servicio y amparar “con afecto y ternura a toda la humanidad”, principalmente a los más pobres y los más débiles.

“Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado”, oró el Papa.

Para concluir, rezó porque el Espíritu Santo acompañe su ministerio, y a los presentes pidió oración por él.