Desde que inscribió su candidatura electoral el 11 de marzo, Maduro ha planteado “liberar” a Venezuela de la “violencia, criminalidad y los delitos”, que considera herencias del capitalismo, - al igual que lo hacía Chávez-, y convertirse en el “presidente de la seguridad y la paz”.
“El 15 de abril, ya ratificado (como presidente) por este pueblo, yo asumo este tema de la vida, del combate a la criminalidad como el tema principal, central, focalizado de todo lo que hagamos”, prometió este lunes al proponer crear un plan de trabajo para los 79 municipios con mayor nivel de criminalidad.
Maduro abordó frontalmente un problema que el fallecido mandatario rara vez mencionó en momentos electorales y uno de los que más le costó combatir.
El gobierno admitió este mes que en 2012 los homicidios en un país con cerca de 29 millones de habitantes, subieron a 16.000, casi un 14% más que el año anterior, lo que a su vez elevó la tasa de 48 a 54 asesinatos por cada 100.000 habitantes, un récord en Sudamérica.
Según el Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV), en 1998, cuando Chávez ganó por primera vez las elecciones, se registraron 4.500 asesinatos.
El politólogo Angel Alvarez consideró que Maduro, presidente interino tras la muerte de Chávez el 5 de marzo, “está obligado” a afrontar la inseguridad porque no tiene el “enorme carisma” que al fallecido mandatario “le permitió mantener una alta popularidad durante todo su mandato”, pese a que un 80% de los venezolanos considera la violencia el principal problema del país.
“Chávez logró que un tema tan dramático no le afectara políticamente, por su fuerza personal y conexión” con los pobres, los más afectados por la criminalidad, estimó a su vez el sociólogo y director del OVV, Roberto Briceño.
Chávez lanzó pese a todo más de una veintena de programas contra el crimen, entre ellos la “Misión a toda vida Venezuela” antes de las elecciones de octubre pasado, en las que fue reelecto.
Sin embargo, Briceño y Alvarez criticaron la “ineficacia” de estos planes, muchos de los cuales no llegaron a “aplicarse en profundidad” y quedaron en anuncios.
En los últimos días, Maduro, que enfrentará en los comicios al líder opositor Henrique Capriles -gobernador del estado Miranda (norte)-, planteó entrar en las barriadas para invitar a los jóvenes a desarmarse y creó un “Movimiento por la paz y la vida”, con apoyo de artistas y deportistas venezolanos.
Durante la creación del movimiento, el presidente del Parlamento y líder oficialista Diosdado Cabello, anunció que una postergada ley de desarme entrará en vigor próximamente para reforzar el monopolio del Estado en la venta de armas y establecer sanciones contra funcionarios involucrados en el tráfico de armas, entre otras medidas.
El analista Nicmer Evans consideró que Maduro hace hincapié en este f lagelo “asumiendo el compromiso de resolver un problema como no lo pudo hacer en vida el presidente Chávez”, aunque manteniendo la misma línea que éste planteó.
“Nadie le cree Nicolás que él va resolver el problema de la inseguridad”, criticó por su parte Capriles, en uno de sus mítines.
El gobernador, en cuyo estado se registraron el mayor número de homicidios en 2012, criticó que el gobierno afirme “que la violencia está en un solo estado del país”.
Evans, catedrático de la Universidad Central de Venezuela (UCV), recordó que las críticas por la “inseguridad han sido la bandera fundamental de la oposición durante 14 años para decirle a la gente que no vote por Chávez y nunca lo logró”.
Sin embargo, Alvarez, también profesor de la UCV, dudó de los “réditos electorales” de la estrategia de Maduro, “porque de alguna manera está reconociendo un fracaso de 14 años de gobierno” de su mentor.
Mientras, Briceño advirtió de que los venezolanos aspiran a “medidas de seguridad más eficientes, más reales y más mano dura” ante la alta impunidad.
Briceño explicó que la violencia se ha generalizado en Venezuela porque con niveles de impunidad superiores al 90%, según datos de su Observatorio, se empuja a los venezolanos a “hacer justicia por mano propia”.
Un problema estructural que se arrastra desde hace décadas, la violencia en Venezuela se asentó en zonas urbanas, principalmente en las barriadas que se formaron en los cerros de Caracas en los años 1960, con la llegada de familias del interior en busca de una vida mejor, que en muchos casos no encontraron.
En estas zonas, las bandas imponen su ley hasta el punto que en algunas la policía apenas penetra, salvo en operaciones especiales.