En una improvisada rueda de prensa en la Casa Blanca, Obama reiteró su ofrecimiento de sentarse a negociar con los republicanos sobre diversos aspectos del presupuesto, pero sólo hasta que se apruebe un presupuesto sin condiciones.

"Pero no lo voy a hacer hasta que los elementos más extremistas del Partido Republicano dejen de forzar a John Boehner (líder de la Cámara de Representantes) para que amenace nuestra economía", sostuvo.

El mandatario reafirmó su postura después de un fallido intento por retomar el diálogo con Boehner, tras una conversación telefónica en la que ambos dejaron en firme que no cederán terreno en sus demandas.

Los republicanos insisten en condicionar la aprobación del presupuesto a la eliminación del gasto para la implementación de la Ley de Salud Asequible o aplazarla por un año, algo que Obama rechaza.

El mandatario consideró que los republicanos buscan obtener algo que los electores les negaron en los comicios de 2012, cuando la mayoría ignoró sus argumentos de campaña.

"Ellos no pueden decir ahora que -a menos que me des lo que los votantes rechazaron en la elección pasada, voy a causar una recesión-", apuntó.

El mandatario explicó que busca evitar que futuros presidentes enfrenten un escenario similar, en que una fracción del Congreso mantenga como rehén al gobierno y amenace la marcha económica.

"No podemos hacer de la rutina de la extorsión parte de nuestra democracia. La democracia no funciona de esta manera", sentenció.

Obama pareció abrir una pequeña oportunidad para encontrar terreno común al indicar que estaría dispuesto a aceptar que la iniciativa de gasto que se apruebe incluya un proceso para conducir la negociación de largo plazo sobre el déficit presupuestario.

"Pero lo que no podemos aceptar es que los miembros del Congreso, los republicanos en particular, demanden el pago de una recompensa para hacer su trabajo", puntualizó.

Cuestionado sobre el techo de la deuda, el mandatario insistió en su demanda para que el Congreso apruebe sin demora un nuevo límite antes del próximo 17 de octubre, insistiendo en los potenciales efectos que ello podría acarrear para la economía del país.

Afirmó que su administración se prepara para enfrentar la contingencia derivada de una eventual negativa, algo que colocaría a Estados Unidos ante la posibilidad de declarar una moratoria de pagos por primera vez en su historia.

Sin embargo, evitó abundar al respecto al indicar que el secretario del Tesoro, Jack Lew, comparecerá el próximo jueves ante el Congreso para hablar sobre este particular y que será ahí donde su gobierno detallará las acciones a tomar para responder a una situación única.