Unos 900 mil empleados públicos federales volvieron al trabajo el jueves por la mañana luego de 16 días de vacaciones forzadas por la incapacidad del Congreso, dividido entre demócratas y republicanos, de acordar una ley de presupuesto en plazo.

La situación se desbloqueó el miércoles por la presión que ejercía sobre los legisladores de la oposición el plazo límite para que Estados Unidos entrara en zona de riesgo de default por primera vez en su historia.

Los jefes de bancada del Senado, controlado por los demócratas de Barack Obama, alcanzaron un acuerdo sobre los dos temas: el presupuesto y el aumento del límite legal de endeudamiento sin el cual este país altamente dependiente de la emisión de deuda para financiarse, no habría podido afrontar sus obligaciones.

El índice ampliado Standard & Poor's 500 respondió al acuerdo alcanzando un nuevo récord este jueves, cerrando en 1.733,15 puntos.

Llamado de Obama

El presidente Barack Obama dijo el jueves que las crisis en EEUU alientan a los enemigos del país y desilusionan a sus aliados, y sostuvo que la pulseada sobre presupuesto y deuda en Washington no dejó "ganadores".

Obama lanzó un llamado a los combativos políticos del Congreso a unirse para aprobar un proyecto de ley de presupuesto de largo plazo y dejar de lado sus diferencias que amenazan la economía y su credibilidad ante los estadounidenses.

"Hubo muchas discusiones sobre el costado político de este cierre" de servicios, dijo Obama en una audiencia en la Casa Blanca. "Pero seamos claros. No hay ganadores aquí. Estas últimas semanas han infligido un daño completamente innecesario a nuestra economía", añadió.

"Probablemente nada dañó más la credibilidad de EEUU en el mundo, nuestro prestigio ante otros países, que el espectáculo que vimos en las últimas semanas", dijo Obama.

"Eso alentó a nuestros enemigos, fortaleció a nuestros competidores y desilusionó a nuestros amigos que nos demandan un firme liderazgo", concluyó.

El balance de dos semanas de pulseada

Luego de exigir durante dos semanas concesiones y recortes sobre los gastos en programas sociales, los republicanos con su presidente John Boehner a la cabeza, aceptaron que habían perdido y no bloquearon el acuerdo alcanzado por el Senado, que fue promulgado en ley por Obama en la noche del miércoles a jueves.

Se trata sin embargo de una salida provisoria: el techo de la deuda fue subido hasta el 7 de febrero de 2014 y la ley de presupuesto estará vigente hasta el 15 de enero.

Antes de esas fechas, los dos bandos deberán buscar nuevos acuerdos sobre los mismos temas.

Una comisión bicameral será convocada, según la ley aprobada, para elaborar antes del 13 de diciembre un presupuesto para el resto del año fiscal 2014.

Un mecanismo similar de "supercomisión" no logró acordar en 2011 y el resultado fueron recortes de gasto público que todavía están vigentes.

Un pobre balance legislativo

Se trata de otro problema que se suma a la lentitud de la recuperación económica tras la crisis de 2008.

Dos semanas de parálisis de servicios públicos empeoraron levemente las cosas: según la agencia calificadora Standard and Poor's el cierre de servicios costará 0,6 puntos porcentuales al crecimiento de Estados Unidos en el cuarto trimestre, o unos 24.000 millones de dólares.

Casi un año después de su reelección, el balance legislativo para el segundo mandato de Obama es mínimo, en medio de su choque frontal con los republicanos.

La oposición se opone a todo aumento de impuestos, algo que Obama prometió durante su campaña. Para ellos, la reducción del déficit público pasa por un recorte de gastos, en particular sociales.

Este jueves, Obama urgió al Congreso y específicamente a sus rivales republicanos a avanzar en leyes estancadas sobre agricultura y la reforma migratoria.

El miércoles había dicho que la clase política tiene por delante el desafío de "recuperar" la confianza de los estadounidenses.

Los republicanos bloquearon en los últimos meses todos los grandes proyectos de Obama, desde una reforma fiscal hasta un proyecto de ley de control de armas, en un país en donde las masacres por armas de fuego en lugares públicos son cosa frecuente.