“El crecimiento es plano en las economías avanzadas y se ha desacelerado en muchas de las economías emergentes que han sido la locomotora global desde la crisis”, declaró el Secretario General de la OCDE, Ángel Gurría, al presentar las Perspectivas durante la Reunión del Consejo de Ministros y el Foro de la Organización, que se celebran cada año en París.

 

“El lento crecimiento de la productividad y la creciente desigualdad plantean más retos. Es urgente emprender una acción integral de política para garantizar que nos vamos de esta decepcionante trayectoria del crecimiento e impulsemos a nuestras economías a niveles que garanticen buenos niveles de vida para todos”, dijo Gurría.

 

De acuerdo con las Perspectivas, un crecimiento comercial débil, una inversión lenta, salarios muy moderados y una actividad más lenta en los mercados emergentes clave contribuirán a que en 2016 haya un modesto crecimiento del PIB global de 3%, en esencia el mismo nivel de 2015. Se espera que la recuperación global mejore moderadamente en 2017, a 3.3%.

 

Entre las principales economías avanzadas, en Estados Unidos continuará la moderada recuperación; se proyecta que crecerá 1.8% en 2016 y 2.2% en 2017. La zona euro mejorará lentamente, con un crecimiento de 1.6% en 2016 y de 1.7% en 2017. En Japón, se estima un crecimiento de 0.7% en 2016 y 0.4% en 2017. Según las perspectivas, se espera que la zona de 34 países de la OCDE crezca 1.8% en 2016 y 2.1% en 2017.

 

Con la continuación del reajuste en China, se prevé que el crecimiento mantenga una tendencia de menos de 6.5% en 2016 y 6.2% en 2017, apoyado por el estímulo a la demanda. Se espera que las tasas de crecimiento de India se sitúen cerca de 7.5% este año y el siguiente, pero muchas economías de mercado emergentes siguen perdiendo impulso. Las profundas recesiones en la Federación Rusa y Brasil persistirán, y se proyecta que Brasil se contraerá 4.3% en 2016 y 1.7% en 2017.

 

En las Perspectivas se llama la atención a diversos riesgos a la baja. De forma más inmediata, un voto en el Reino Unido a favor de salir de la Unión Europea provocaría efectos negativos en el Reino Unido, otros países europeos y la del resto del mundo. El voto Brexit crearía incertidumbre económica y dificultaría el crecimiento del comercio, y los efectos globales serían aún más fuertes si el retiro británico de la UE detona la volatilidad en los mercados financieros. Para 2030, post-Brexit PIB del Reino Unido podría ser más de 5% menor que si el país se mantiene en la Unión Europea.

 

“Si no emprendemos acciones para impulsar la productividad y el crecimiento potencial, tanto las generaciones jóvenes como las mayores se encontrarán en peores condiciones”, dijo la Economista en Jefe de la OCDE, Catherine L Mann. 

 

“Cuanto más tiempo continúe la economía global en esta trampa de bajo crecimiento, más difícil será para los gobiernos cumplir las promesas fundamentales. Las consecuencias de la inacción en el área de políticas serán menores perspectivas profesionales para los jóvenes de hoy, quienes ya han sufrido mucho por la crisis, así como menores ingresos por jubilación para futuros pensionados.”

 

La OCDE destaca una serie de requerimientos de política, que incluyen un uso más exhaustivo de la política fiscal y la reactivación de reformas estructurales para liberarse de la trampa de bajo crecimiento.

 

En las Perspectivas se sostiene que recurrir sólo a la política monetaria no puede aportar resultados satisfactorios en crecimiento e inflación. Una flexibilización adicional de la política monetaria podría ahora demostrar ser menos eficaz que en el pasado e incluso contraproducente en algunas circunstancias.

 

Muchos países tienen margen para políticas fiscales que refuercen la actividad por la vía de la inversión pública, en especial ya que las bajas tasas de interés de largo plazo en efecto han aumentado el espacio fiscal. Si bien casi todos los países tienen margen para reasignar el gasto público hacia proyectos más favorables para el crecimiento, una acción colectiva en las economías para aumentar la inversión pública en proyectos con un alto impacto en el crecimiento impulsaría la demanda y mejoraría la sostenibilidad fiscal.

 

Según la OCDE, dada la débil economía global y el entorno de creciente desigualdad en los ingresos que prevalece en muchos países, reformas estructurales más ambiciosas —en particular dirigidas a los sectores de servicios— pueden impulsar la demanda en el corto plazo y promover mejoras a largo plazo en el empleo, el crecimiento de la productividad y la inclusión.