Resultó extraña la difusión de un reporte del Centro Nacional de Inteligencia de la SEDENA que ponía 3 puntos arriba a

Alejandra del Moral cuando todavía faltaban 5 horas para cerrar las casillas el pasado 4 de junio. Más extraño fue que el primer informe del PREP, subido poco después de cerrar las casillas, dijera que la candidata de la oposición salía con un 4 por ciento aproximado de ventaja, pero que minutos después se cayera la página y cuando volvió a funcionar, Delfina Gómez ya fuera 10 puntos arriba. 

Lo que no es sospecha sino certeza es el reparto de miles de millones de pesos para la compra de votos y la advertida intervención del crimen organizado y grupos de choque que interfirieron en el proceso.

Otra señal extraña fue que dentro de Palacio no estuvieran nerviosos y todos comenzaran a celebrar antes de los resultados del PREP. Muy distinta reacción de la que mostró López Obrador frente su gente durante los conteos de votos en los comicios del 2021. 

Sorprendió también que Alejandra del Moral, una gran candidata que logró remontar de cero a empate técnico días antes de la elección, apareciera en una rueda de prensa horas antes de que terminara el conteo del PREP del INE para aceptar el triunfo de Delfina y desearle lo mejor del mundo…, máxime sabiendo toda la mugre que hubo detrás de la contienda. Álgidos momentos en que la dejaron sola los dirigentes de los partidos que abanderaba. En una competencia sin igualdad de condiciones, no caben las felicitaciones al tramposo; de hecho, la candidata y los dirigentes del PAN, el PRI y el PRD debieran estar impugnando esta elección de Estado antes de que venza el plazo para hacerlo.

¿Pero saben qué? Ahí va una verdad contundente: todas las evidentes transas de Morena se habrían neutralizado si las clases media y media alta se hubieran volcado en las urnas en vez de dejar la elección en manos de los movilizadores de ganado humano y de los hampones que enturbiaron los resultados.

Históricamente, la clase media alta y alta simplemente se van del país cuando se terminan de establecer los regímenes autoritarios de corte castrochavista, mientras que la clase media, impávida ante los cambios que inicialmente creyó que no la afectarían, se convierte en el blanco principal de la revolución/transformación. 

La crónica de la tragedia puede resumirse en una línea: el Estado de México fue traicionado por la clase política, vendido por las clases populares y abandonado por las clases media y alta.

Y la pregunta obligada: ¿quiénes son peores, los políticos que emanan de una sociedad podrida o la sociedad podrida a la que le da igual que la gobierne lo más corrompido de sí misma?

*Elena Goicoechea Carniado es comunicóloga, editora, escritora, analista política y activista libertaria.