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El ex gobernador Andrés Granier, acusado de lavado de dinero y fraude fiscal, compareció ayer ante una jueza para conocer los cargos que se le imputan, en la misma cárcel donde quedó recluido anoche.

Lo hizo en una cárcel del oriente de esta capital, a través una ventanilla con rejas, donde fue informado de los cargos, aseguró ser inocente y denunció que las acusaciones forman parte de una "persecución política" supuestamente lanzada por su sucesor como gobernador de Tabasco, Arturo Núñez.

Granier hizo su declaración judicial ante la jueza penal Taissia Cruz durante cerca de 40 minutos, con una interrupción para que le dieran una pastilla a fin de nivelar la presión arterial, sin que a los periodistas les permitieran presenciar la diligencia con cámaras ni teléfonos celulares.

Granier, a quien le llaman "el químico" por su profesión antes de que se dedicara a la política, regresó a México el 11 de junio, los dos días siguientes prestó declaración ante una unidad especializada de la fiscalía general y el 14 de junio quedó internado en un hospital, bajo custodia policial.

A Granier le comunicaron primero el cargo vinculado con presuntas operaciones financieras con fondos ilícitos, por valor de unos 35,3 millones de pesos (2,7 millones de dólares), y se espera que mañana le informen sobre el cargo de defraudación fiscal.

El abogado del exgobernador, Eduardo Luengo, declaró a los periodistas que este último cargo involucra una cantidad menor a 60 millones de pesos (4,6 millones de dólares), lejos de las sumas denunciadas en febrero por el actual gobernador de Tabasco.

"La acusación confirma que es una persecución política", afirmó el letrado, quien dijo que las cantidades mencionadas eran ingresos de Granier antes de que asumiera la gubernatura de Tabasco.

Se espera que la jueza que lleva la causa por la que prestó declaración hoy decida alrededor de la medianoche del lunes al martes próximos la situación jurídica en la que queda el exgobernador.