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Hace ya 28 años que más de 20 mil familias quedaron enlutadas por el peor sismo que haya sufrido nuestro país. Las pesadas lápidas de decenas de edificios fueron testigos de la agonía que por días sufrieron quienes quedaron bajo los escombros, y que aún con vida, unos, otros no, esperaban que los cuerpos de rescate les ayudaran a salir nuevamente a la superficie.

Un sueño, para muchos o la mayoría, ese fue lo que hace ya más de un cuarto de siglo dejó el terremoto del 19 de septiembre de 1985, considerado por los expertos como el más mortífero y destructivo que se ha registrado en la historia de la del país, pero particularmente para la ciudad de México.

Nadie olvidará esa mañana en que en punto de las 7.19 horas la tierra se movió fuertemente. Bastaron segundos y horas para que la ciudad se invadiera de un terror prolongado, ante los miles de edificios caídos y dañados. También pasó poco tiempo para que las, hazañas de los individuo, famosos o no, como el cantante de ópera, Placido Domingo, demostraran su cooperación.

Aun recuerdo como al recorrer las calles del tradicional Tlatelolco, la Condesa, Doctores, entre otras colonias que resultaron las más afectadas, se veía el daño considerable en las estructuras de sus diseño especiales; estructuras con armaduras bien diseñadas que perdían su verticalidad; daños grande en edificios sólidos con colapso parcial. Los edificios se desplazan de los cimientos. Por doquier se percibían grietas en el suelo y las tuberías subterráneas rotas.

Queda en la remembranza de miles de mexicanos, como al sentir la intensidad de este sismo, que tuvo una magnitud de 8.1, la gente salió huyendo de los edificios, se aglutinaban a los teléfonos públicos para hacer una llamada a sus familiares, amigos, para pedir ambulancias, socorristas, o quien fuera que les prestará en esos momentos la ayuda necesaria.

La gente gritaba, “No usen los elevadores: no entren; las lozas se cayeron; hay mucha gente enterrada ahí dentro”. En las oficinas de las más importantes dependencias ya había gente que a las 6 de la mañana o antes se encontraba laborando en la redacción de síntesis informativas, o realizando un trabajo que quedo pendiente del día anterior.

 

 

ESCENAS DE PÁNICO

Fuera, había escenas de pánico en las estaciones del Metro, ya que se había suspendido el servicio. En las calles, gente semidesnuda gritaba, lloraba, rezaba.

O bien personas que aún dormían como las 185 familias que habitan uno de los edificios más habitados de Tlatelolco, “El edificio Nuevo León”. Oros edificios colapsados y que por su importancia destacan, están: El Hospital Juárez de 11 pisos, donde se encontraban, se dice, unas 700 personas; la unidad de ginecobstetricia del Hospital General, con más de 500 pacientes y un número indeterminado de niños recién nacidos; un multifamiliar de la Unidad Juárez; los hoteles: Regis, Montreal, De Carlo, Romano, Principado y Versalles con un número indeterminado de huéspedes

Oros edificios derrumbados fueron el de la Secretaria de Trabajo, FONACOT, SECOFI, el recientemente estrenado Instituto Mexicano de la Radio, una de las torres del conjunto Pino Suárez, tres pisos del ala norte del conjunto de la Secretaria del Consumidor. También se anunció el derrumbe del edificio ocupado por la Policía Judicial Federal. Múltiples viviendas populares de las colonias Roma, Morelos, Guerrero y Tepito también se vinieron abajo.

Los medios de comunicación quedaron incomunicados por unas horas, porque también sufrieron daños, como fue el caso de Televisa a quien se le derrumbó la torre maestra y gran parte de sus instalaciones. Pero pasado el medio día comenzó a transmitir, al igual que las estaciones de radio avisos y recados de familiares desesperados.

Las pocas estaciones de radio que pudieron informar del evento, dieron a conocer que el epicentro se localizó en las costas de Michoacán y Guerrero, rotura del contacto entre las placas de Cocos y de Norteamérica, en una extensión de 50 km x 170 km y unos 18 km de profundidad. Su magnitud fue 8.1, según informó el Instituto de Geofísica de la UNAM, con una duración de casi cuatro minutos, de los cuales, un minuto y treinta segundos corresponden a la etapa de mayor movimiento.

La intensidad en la superficie directamente sobre la zona de ruptura, al­canzó IX en la escala Mercalli Modificada que atenúa fuerte­mente las ondas en roca, los efectos de sitio en la ciudad las amplificaron dramá­ticamente, principalmente en ciertos rangos estrechos de frecuencia de vibración. Debido a la estratigrafía profunda del valle de México, las ondas que llega­ron aquí a la superficie superior rocosa tenían en comparación con temblores en otros sitios, un contenido excepcionalmente alto de energía en un intervalo de frecuencias que abarca justamente aquellas que más amplifican las arcillas del valle.

Escritores como Carlos Monsiváis, calificaron este movimiento telúrico como: ”...como un sismo que representa energía elástica liberada de 9xl023 ergios que, a su vez, equivale aproximadamente a 1114 bombas atómicas de 20 kilotones cada una, semejantes a la que se arrojó sobre la ciudad de Hiroshima al final de la segunda guerra mundial”. Se engendra al instante una zona de desastre, el desfile de escenas confusas que se asocia con las impresiones apocalípticas. El fin del mundo. El fin de mi mundo…”

Y como no, si esa mañana, fue para todos un trágico despertar que dejó a su paso: muertos, heridos, desaparecidos, damnificados, edificios públicos, privados y casas habitacionales destruidas; inmuebles en peligro de caer; interrupción en el servicio de agua, energía y teléfonos; fugas de agua y gas; múltiples rupturas en el asfalto y la paralización total en el servicio de transporte colectivo.

 

APOYO INTERNACIONAL

Aparecen entonces las primeras respuestas a la desgracia: se desborda la generosidad y el apoyo internacional. El presidente de Cuba, Fidel Castro, fue uno de los principales; le siguieron dirigentes de la ONU y los presidentes de Argentina, Colombia, Estados Unidos, España, Nicaragua y Venezuela (entre otros).

La noche del jueves miles de habitantes del Distrito Federal, atemorizados por la posibilidad de un nuevo temblor, durmieron fuera de sus casas en albergues improvisados y campamentos ubicados en parques, camellones, aceras y, en menor medida, en instalaciones públicas.

Pero la noche del viernes sucede lo peor: vuelve a temblar a las 19:38 hrs, con magnitud de 7.6, duración de un minuto y medio en las coordenadas epicentrales 17.4 latitud norte 102.0 longitud oeste. Como consecuencia, se derrumbaron 20 edificios más y el pánico fue inevitable. Hora y media después del temblor, el Presidente de la República dirigió un mensaje a la población a través de la TV y la radio, en el que expresó su reconocimiento a la población por su "extraordinaria solidaridad.

Ahora, al conmemorarse este jueves 28 años del “terremoto más mortífero en la historia del país”, , miles de personas ejercitaran las medidas de prevención y reacción ante un hipotético sismo de 7.8 grados Richeter, en unos 10 mil edificios de la ciudad, a las 10:00 de la mañana, con una duración de de 60 segundos, con un epicentro a 16 kilómetros al noreste de Lázaro Cárdenas, Michoacán, y a 76 kilómetros al noreste de Zihuatanejo, Guerrero.

La Secretaría de Protección Civil del Distrito Federal, explicó que el macrosimulacro tiene como fin que los habitantes sepan cómo actuar en un caso de sismo con una adecuada previsión y reacción, y con el fin de salvar vidas.