Ciudad de México, México, 20 de octubre de 2025 ::: La posibilidad de que la temporada de lluvias en México
se prolongue hasta el invierno de 2025-2026 es más que real. "Esto no se trata de un pronóstico, sino de una analogía basada en antecedentes climáticos”, advirtió Víctor Manuel Torres Puente, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM.
“En 2009 tuvimos una situación muy parecida a la actual: con fenómenos oceánicos similares. La oscilación decadal del Pacífico (PDO) estaba en fase negativa y la oscilación multidecadal del Atlántico (AMO) en positiva. Además, en esos años las presas del noroeste y el sistema Cutzamala alcanzaron niveles máximos de llenado. Hoy los índices climáticos y las condiciones oceánicas y atmosféricas son casi idénticas”, explicó.
“Es importante aclarar que cuando nos referimos a un índice negativo de la oscilacion decadal del Pacifico implica un calentamiento anómalo en la temperatura de la superficie del mar que se encuentra junto a la costa mexicana del océano Pacifico. Con respecto a un índice positivo de la oscilación multidecadal del Atlántico, nos referimos a un calentamiento anómalo de dicho océano, pero en particular, que también afecta a la misma región del océano Pacífico mexicano”, detalló.
El doctor en Ciencias de la Atmósfera por la Universidad Estatal de Nueva York en Albany expuso que por analogía –no por modelos numéricos– se puede decir que si en aquel año las lluvias se extendieron hasta febrero de 2010, es muy probable que ahora ocurra algo similar. Según su estimación, “hay alrededor de un 80 % de probabilidad de que las precipitaciones continúen hasta finales de este invierno, en particular, en el sureste mexicano”.
El científico precisó que a veces, para estudiar un sistema tan complejo como la atmósfera, se recurre a ciertos índices, como sucede con el fenómeno de El Niño.
“Observamos si se trata de un evento intenso o débil, y comparamos los valores actuales con los del pasado. Si los índices, como la temperatura superficial del mar o las oscilaciones atmosféricas, son similares a los de otro año, podemos esperar una situación análoga”.
El universitario recalcó que este tipo de pronóstico “no se basa en modelos numéricos ni estadísticos, sino en la observación de similitudes entre los patrones climáticos de distintos periodos”.
::: Su evolución
Torres Puente comentó que la gran cantidad de lluvia es producto de una coincidencia poco frecuente de fenómenos oceánicos que ha intensificado la actividad de tormentas en el Pacífico mexicano. “Estamos viviendo una combinación poco común entre las fases PDO y AMO. Cuando ambas coinciden, las aguas del océano Pacífico junto a México se calientan más de lo normal y esto favorece la formación e intensificación de ciclones tropicales”.
Además, sostuvo, este tipo de coincidencias se presentan cada 15 a 30 años, pero los efectos del calentamiento atmosférico podrían acortar esos intervalos.
“Nuestro sistema atmosférico se está volviendo más cálido, lo cual puede hacer que los periodos de retorno de estas oscilaciones se reduzcan. Si antes ocurrían cada 30 años podrían hacerlo cada 10 o 20”, apuntó.
Describió que lo anterior se corrobora porque lo observado durante toda esta temporada de ciclones tropicales fue casi un 98 % en el océano Pacífico: “Todas las tormentas que se desarrollaron fueron en esa zona y hubo muy pocas en el Atlántico donde tampoco se desarrollaron ciclones tropicales hasta ahora en el mar Caribe ni en el Golfo de México. Sí, hubo algunas depresiones tropicales o sistemas de tipo de depresión tropical los cuales causaron esta clase de eventos en la Cuenca del Golfo”.
La evolución de las lluvias, acotó el investigador, dependerá de la interacción entre los sistemas meteorológicos de latitudes medias y los que se desarrollan en el océano Pacífico. “Estos frentes fríos que comienzan a llegar al país se combinan con la humedad que proviene del océano y, al encontrarse con aire cálido, pueden generar precipitaciones intensas. Si esa interacción se mantiene activa durante los próximos meses, las lluvias podrían prolongarse más allá de lo habitual”.
Asimismo, comentó que la vigilancia de estos procesos requiere observar en tiempo real los cambios en la temperatura superficial del mar y la posición de los sistemas frontales.
::: Extremar precauciones
Aunque el aumento de lluvias ha beneficiado la recuperación de presas, Torres advirtió que los sucesos extremos tienden a intensificarse conforme el sistema atmosférico se calienta.
“Los trópicos más cálidos tenderían a estabilizar la atmósfera tropical y esto podría reducir las lluvias, pero cuando éstas se presenten, lo harían con mucha más intensidad, porque hay un exceso de energía que debe equilibrarse”, señaló. “Por esto se dice que los extremos se vuelven más intensos: largos periodos secos, seguidos de aguaceros torrenciales”.
Respecto al papel del cambio climático, aclaró que no puede atribuirse directamente a este fenómeno la intensidad de las lluvias de 2025. “Los estudios de atribución requieren tiempo y análisis estadísticos complejos. No podemos afirmar inmediatamente que estas lluvias sean consecuencia directo del cambio climático, aunque sí ya ocurren dentro de una atmósfera global más cálida”.
“Yo no creo que estemos llegando a un punto de inflexión”, consideró Torres Puente. “Más bien, la tendencia es que la temperatura global sigue aumentando sin mostrar señales de estabilización. Por ello hablo de un calentamiento global continuo: no parece que vayamos hacia un nuevo régimen climático, sino que el sistema seguirá calentándose mientras los factores que lo impulsan –principalmente las actividades humanas– permanezcan igual”.
Agregó que sólo un cambio drástico en el comportamiento humano podría modificar esa tendencia. “Hasta que logremos equilibrar el ciclo del carbono y reducir las emisiones excesivas de gases de efecto invernadero podríamos llegar a un nuevo estado climático. Pero eso tomará tiempo, quizá entre 100 y 150 años, porque la humanidad aún no asume plenamente la urgencia de detener este proceso”.
::: Más investigación, mejor coordinación
Víctor Torres habló también de la necesidad de fortalecer la investigación atmosférica y la colaboración entre instituciones. “En la UNAM tenemos líneas de estudio sobre ciclones tropicales, convección y sistemas de previsión de riesgo, pero somos pocos los dedicados a la meteorología tropical. Se requiere más apoyo y coordinación con Protección Civil y el Servicio Meteorológico Nacional”.
“Las lluvias de este año nos recuerdan que la atmósfera tiene memoria. Si aprendemos a leerla y entenderla, podremos anticipar mejor los escenarios extremos que nos esperan”.
La UNAM, estableció, tiene un papel fundamental en comunicar a la sociedad la importancia de anticiparse ante escenarios críticos. “Ya los sistemas hídricos, en particular las presas del centro y sureste del país, están llegando a sus límites máximos. Los índices de variabilidad climática conocidos y algunos pronósticos de mediano plazo, sugieren que el panorama podría empeorar, por lo que es necesario tener previsión y ejecutar los planes de acción existentes ante estos posibles escenarios”, precisó el doctor especialista en mecanismos que dan génesis de ciclones tropicales llamadas Ondas del Este en el Pacífico Nororiental.
El académico aseveró que, si bien las autoridades han actuado ante el incremento en los niveles de las presas –que en algunos casos superan el 95 % de su capacidad–, es indispensable contemplar distintos escenarios: uno catastrófico, uno intermedio y otro en el que la situación se estabilice.
E insistió en que la comunicación universitaria debe contribuir a fomentar una cultura de planeación y prevención. “Se trata de informar con responsabilidad para que la sociedad y las instituciones estén listas ante un cambio en las condiciones climáticas, no de generar alarma”.
Ante la posibilidad de que las lluvias se extiendan hasta el invierno enero y febrero de 2026, el llamado de la comunidad científica es claro: fortalecer la investigación meteorológica, mejorar la coordinación institucional y comunicar con precisión los riesgos y escenarios. Para la UNAM, ello implica seguir aportando conocimiento que permita anticipar los efectos de la variabilidad climática y promover una cultura de prevención basada en la evidencia, la cooperación y la responsabilidad social.