“El terrorismo no tiene una patente de exclusividad.

La practican todos los imperios.”

Rutilio García Ortíz.

Después del fin de la Segunda Guerra Mundial el planeta y sus habitantes quedaron polarizados en dos frentes: el soviético con una ideología comunista, y el frente occidental con una ideología capitalista. Desde ese momento el mundo se vio en guerras regionales, golpes de Estado, guerrillas, espionaje, asesinatos de mandatarios y lideres en distintos países y una carrera armamentista sin freno.

Le llamaron la guerra fría, pero a mi jamás me ha convencido ese término que no define claramente lo que vivimos hasta principios de la década de los noventa. Yo la defino como “La Era del dominio mundial”. Todos los esfuerzos económicos, políticos, culturales, deportivos, sociales y militares estaban encaminados a demostrar cual era el bloque con mayor influencia y liderazgo. Casi todos los movimientos políticos y sociales desde finales de la década de los cuarenta hasta la caída del muro de Berlín fueron estrategias de ambos bloques para ir ganando terreno ideológico, político, militar y territorial. El objetivo era tener el mayor control mundial en todo los que fuera posible.

Hace unas semanas veía el medallero olímpico de Tokio y sumaba las medallas de los países que antes fueron Estados de la Unión Soviética y sin duda alguna, ese bloque, junto o separado, sigue siendo una potencia deportiva; pareciera a los ojos de un aficionado que China a tomado el lugar de Rusia, pero no es así, China es una potencia mundial que jamás tendrá el predominio de la URSS. Por ello entiendo, pero no comparto la politica de dominio regional que ha aplicado Putin, mayor presencia militar en las fronteras de los países que no atienden a los llamados rusos, mayor control político dentro de sus fronteras y una politica diplomática mas agresiva como es el caso de Afganistán, donde los rusos dieron su consentimiento para que los talibán tomaran el control de aquel país. Putin logro sacar a las tropas gringas del país afgano y de la región sin un solo disparo.

Los conflictos de hoy tienen diferencias a los de las décadas de los años cincuenta, sesenta y setenta. En esas décadas la lucha era abierta, convencional, sabíamos quienes invadieron Hungría en 1968 y quienes dirigieron el golpe de Estado en Chile. Podemos explicarnos como, a raíz del asesinato a John F. Kennedy, se incremento la presencia militar de los norteamericanos en Vietnam. También sabemos que hubo momentos en que la tensión llego a niveles de riesgo total, tal y como sucedió cuando los soviéticos colocaron silos de misiles nucleares en Cuba.” La crisis de los misiles” se resolvió por la vía diplomática, y hay que decirlo, tanto al gobierno norteamericano como a soviet supremo no les importo un cacahuate la situación en la que quedaban los cubanos.

Es entonces cuando observamos que África, el sudeste asiático, américa latina, el medio oriente se convirtieron en espacios donde los dos grandes bloques se disputaban territorios, personajes, poblaciones sin importarles las consecuencias. La pobreza, los niveles de violencia, el impresionante desarrollo de trafico de armas, personas, narcóticos y la debilidad de la democracia y sus instituciones son consecuencias de treinta o cuarenta años de una lucha por el control mundial. Lo que menos importaba era el desarrollo económico de las naciones, mejorar los sistemas de educación, salud, vivienda, comunicación; aplicar efectivas políticas de control natal, incluir a las mujeres en la vida económica de las naciones, nada de eso era importante, lo único que se necesitaba era tener un gobierno títere o satélite, lo suficientemente corrupto, para permitir la presencia de tropas militares, ya sean de un bando o del otro.

Todo ese coctel de desigualdades, intervenciones militares con sus excesos en el uso de la fuerza, abusos contra mujeres y niños, y demás atrocidades procrearon generación resentidas, enojadas y alimentadas por ideologías de odio. Las guerrillas dejaron de ser vehículos para derrocar dictaduras y se convirtieron en organizaciones de control territorial, producción y trafico de opio, amapola, mariguana y cocaína, esto también, porque servía como fuente de financiamiento para la vida de las organizaciones armadas, la compra y venta de armamento y la construcción de acuerdos parciales y temporales con la nación de mayor conveniencia.

El once de septiembre de 1973 responde a ese cruel sistema de control mundial. Un país elige a un gobernante con ideas socialistas y los norteamericanos, después de la experiencia cubana, no podían permitir otro gobierno antiimperialista en el cono sur de América que ampliara el dominio soviético en un lugar tan estratégico. El golpe militar contra Salvador allende fue un acto terrorista organizado por la Agencia Central de Inteligencia, principal órgano de espionaje y operador de actos de terrorismo en todo el mundo ya sea por sus propios agentes o a través de interpósita persona. Sí, en Chile hubo terrorismo y, posteriormente, un dictador que se mantuvo a través de actos terroristas, secuestros, desapariciones, asesinatos, encarcelamientos masivos y represión permanente, institucional, militarizada a través de la DINA y sistemática.

El once de septiembre del 2001 es la consecuencia de la presencia militar norteamircana en algunas regiones donde el odio superó el perdón y el olvido, también es el resultado de una estúpida e irracional competencia entre las principales instituciones para el combate contra el crimen dentro y fuera de las fronteras de Norteamérica: la CIA y el FBI. Está ampliamente documentado que la CIA contaba con información sobre la presencia de seguidores del Al-Qaeda en territorio yanqui, esa información no solo se negó a compartir sino también la ignoró y no hizo lo que los protocolos de seguridad imponen ante ciertas sospechas. Miles de personas murieron en las Torres Gemelas y en el Pentágono, son víctimas de la arrogancia, la ineptitud de sus gobernantes, así como también por el rencor sembrado por mucho tiempo en la memoria de infinidad de naciones.

La era por el control mundial ha entrado a una nueva fase, los hechos así lo demuestran; por un lado, Putin respalda a los talibanes como una muestra de su politica de alianzas para el control regional; y por el otro lado Biden, ordena la salida de todos los efectivos militares y de otras agencias de Afganistán, como un ejemplo de que la lección fue aprendida, que la diplomacia y la presencia de los norteamericanos en el mundo se tendrá que fincar sobre bases no militares y con una nueva visión geopolítica.