En el ámbito literario contemporáneo se abre paso una escritora en cierne que, no obstante, ya tiene un estilo

claramente definido en favor de visibilizar problemáticas sociales desde una perspectiva intimista. Se trata de la narradora mexicana Brenda Navarro, quien en su novela más reciente Ceniza en la boca (Sexto Piso. España. 2022), aborda temas como la migración, la xenofobia y la violencia, amalgamados con otras cuestiones de orden individual como la desintegración familiar y la soledad que puede sentir cualquier persona sin importar la época ni el lugar de residencia.

Esta novela —galardonada con el premio Libro del Año 2022 por las librerías de Madrid, España— se desarrolla en torno a un suceso trágico que se anuncia desde el primer párrafo: el suicidio de Diego, un adolescente que se lanza al vacío desde la ventana de su cuarto, en Madrid, y cuya imagen la narradora mantiene presente como si lo hubiera visto, “lo tengo taladrándome la cabeza y no me deja dormir. Siempre la misma imagen: Diego cayendo y el ruido de su cuerpo al impactar el suelo. Entonces me despierto y pienso que no me pasó a mí, ni le pasó a Jimena, ni a Mariana, o a Eleonora: le pasó a Diego”, su hermano menor.

Esta segunda novela de Brenda Navarro, de 41 años de edad, que nació en la Ciudad de México y estudió Sociología y Economía Feminista en la UNAM, además de un Máster en Estudios de Género, Mujeres y Ciudadanía en la Universidad de Barcelona, España, recrea una serie de emociones y reflexiones personales en torno a una familia mexicana cuya madre soltera se va a Madrid en busca de nuevas oportunidades de vida. Después de nueve años sus dos hijos la siguen porque la extrañan. Diego y la narradora anónima, cuyo nombre nunca se dice, pero que sabemos es la hermana mayor con apenas unos cuantos años más que su hermano adolescente. Ambos tratan de adaptarse a su nuevo entorno social que, para su sorpresa, les resulta hostil y poco afectivo.

Ceniza en la boca es una obra en la que son los personajes femeninos quienes hacen avanzar la historia al tiempo que nos retratan la realidad en que viven muchas mujeres migrantes latinoamericanas que llegan a España en condiciones de precariedad económica y que, sin embargo, tienen la fuerza para establecer vínculos afectivos y de solidaridad, en un ambiente tan poco amigable como el que dejaron atrás. 

Asimismo, esta novela se desarrolla en la Ciudad de México, en la primera década del siglo XXI, tiempo en el que la violencia se instauró desde el Estado e impactó diversos núcleos sociales, desde las instituciones de gobierno responsables de combatir la criminalidad hasta los espacios de socialización más cercanos como la familia. De hecho, Brenda Navarro hace gala de una sensibilidad de escritora para recrear personajes y atmósferas en las que confluyen ambas esferas.

El nudo dramático de la historia se ubica en un nivel de introspección de la narradora anónima, quien nos comparte sus vivencias como si se tratara de un diario, en el cual recupera sus experiencias más significativas, como aquellas de los barrios de Barcelona y Madrid, donde tratar de entablar relaciones con otras y otros, tanto por interés afectivo como por motivos laborales. Y en esta tónica es que fluye el relato.

La pluma —o el teclado— de Brenda Navarro se interesa en que l@s lectores de Ceniza en la boca percibamos la necesidad de afecto que parecen demandar las protagonistas de su novela, y para ello no duda en recurrir a un lenguaje hosco y a frases directas que pone en boca de su narradora anónima quien se pregunta: “Qué haces sin futuro? Igual eso pensó mi hermano y por eso mismo se aventó, ¿Cuál futuro? Está muy cabrón eso de vivir para el futuro porque ya te sientes inútil en el presente y miserable en el pasado. ¿Hacia dónde te haces, cómo vives con eso sobre tu espalda y clavándose en el estómago? ¿Cómo lo sobrellevas a solas, sin nadie con quien conectar?”

Esta meditación de la narradora anónima nos refiere una visión pesimista de la sociedad, en la que la solidaridad con el Otro(a) parece no existir, por lo que como lector@s no podemos menos que sentirnos acongojados ante tan desesperanzadora perspectiva de la vida. Sin embargo, al mismo tiempo percibimos esta historia como un grito de auxilio que busca despertar conciencias sobre la urgencia para tratar de cambiar el rumbo de lo que, como sociedad, hacemos y cómo lo hacemos. Así se puede entender cuando ya avanzada la historia la narradora anónima de Ceniza en la boca afirma: “entendí que no hay verdades, sino puntos de vista. Yo, por ejemplo, veo pocas cosas bonitas en todos lados, como si estuviera pendejeando y yo peleada con todos. (…) ¿Qué pasa con los sueños que no existen? Se tiran por la ventana una y otra vez y otra vez hasta que te quieres tirar tú también…”

La respuesta a estas y otras interrogantes se queda en la conciencia de cada lector de esta espléndida novela que es ejemplo del ímpetu con que hoy en día incursionan las mujeres en el ámbito literario. Si bien Brenda Navarro aún no se considera una escritora, le queda claro que “en medio de la desolación (…) las mujeres mexicanas han generado una red de apoyo. Seguimos viviendo, seguimos teniendo espacios de cariño, de ternura, de alegría y eso me enseñó México. (…) Ellas me han dado las herramientas para poder sobrevivir en España.”

Brenda Navarro también es autora del texto Casas vacías (2018), su primera novela publicada primero en formato digital y en 2020 en impreso fue reconocida con el XLII Premio Tigre Juan y traducida a siete idiomas. Actualmente radica en Madrid y desde allá mantiene vínculos con su tierra natal. 

“El México del que yo hablo en Ceniza en la boca fue el que yo dejé. El México que hay ahora no es el mismo, por fortuna. Porque, aunque sigue teniendo una violencia estructural muy tremenda y mucho dolor, veo un gran cambio respecto al país del que me fui.” Sin duda, esta novela es una buena opción de lectura y entretenimiento, ya que su ritmo narrativo nos atrapa desde las primeras páginas.

Nohemy García Duarte

@NohemyGarcaDual