En mi última columna en este espacio, escribí que mientras la oposición prepara la “Selección Nacional de Fútbol”. López Obrador juega fútbol americano.

Hay, al parecer, quienes necesitan detalles. Vayan entonces para ellos.

La oposición prepara “la unidad”, un equipo donde los candidatos estén por encima de los partidos, donde se ponga por encima el bien de México y se valore, que de ganar López Obrador en el 2024, sería terminar de consumar un gran desastre para México. Por eso quienes articulan la alianza les piden a los partidos que estén por encima de camisetas particulares, y se pongan la camiseta de México. Sin duda algo imprescindible. Sin lo cual, la oposición no llegará a ningún lado. En este sentido hay personajes que están haciendo un gran trabajo en esa dirección.

Por otro lado, está López Obrador, quien juega fútbol americano. ¿Cómo es esto? López Obrador juega con jugadores más rudos, más fuertes, sobre todo porque el fútbol americano tiene otras reglas. En este deporte los jugadores están dispuestos a todo, a patear al oponente, a empujarlo, a derribarlo, a pisarlo, a pasarle por encima. Por lo tanto, los jugadores en este deporte tienen que ser más musculosos, más rudos, correr más rápido, tener otro tipo de entrenamiento. Pero ahí no está solamente la diferencia. Además, López Obrador tiene en las tribunas adeptos que tiran cohetes a la cancha para asustar al adversario, otros que le tiran objetos contundentes al portero. El fútbol americano tiene reglas muy distintas al fútbol de “Mi Selección”.

Con peras y manzanas

Traducido a la realidad esto se desmenuza así. López Obrador juega con golpeadores profesionales, que lo son por la virulencia de sus confrontaciones, no necesariamente por llevar la cuestión al terreno físico, entre ellos está Fernández Noroña, Citlalli Hernández, Mario Delgado, Paco Taibo II, antes también Yeidckol Polevnsky, por nombrar solo algunos. Personajes casi todos impresentables, que López Obrador los ha tenido en primera fila justamente para eso, claro que no los ha tenido allí por su talento ni mucho menos, si no para que cumplan la función de rottweiler atacando a sus adversarios políticos.

Por otro lado, López Obrador juega con otras reglas, por ejemplo no tiene ningún reparo en saltarse la Ley, en disponer algo por decreto, o en usar a la mayoría de Morena en el Congreso para modificar las leyes. Incluso, tratando de extinguir instituciones para poder imponer su exclusiva voluntad.

Aún más, en las últimas elecciones hubo estados en donde Morena hizo jugar al crimen organizado a su favor. Algo que ya no es novedad para cualquier persona bien informada. Algo que la oposición pareciera que no quiere ni enterarse, no tiene una pálida idea de cómo contrarrestar.

A esto le podemos sumar, entre muchas otras cosas, que López Obrador impone absolutamente la agenda política y comunicación. Algo que la oposición de ninguna manera, desde hace tres años en que López Obrador asumió el gobierno, no sabe cómo contrarrestar.

Frente a este escenario, si bien la oposición sabe que todo esto está sucediendo, ni tiene idea de cómo contrarrestarlo, ni hace nada para resistir.

 

La hora del partido

Otro tema fundamental es ¿a qué hora se juega el partido?

Para la oposición, el partido se juega en cada elección. Para López Obrador el partido se juega todos los días.

El general argentino Juan Domingo Perón decía que “en política el que no avanza retrocede”. Algo inexorable, de lo que la oposición no está ni enterada.

Por ejemplo, veamos qué ha pasado desde principios de diciembre a esta parte. La oposición se preparó para las fiestas, llegaba el fin de sesiones, y finalmente se fueron de vacaciones. Algo a lo que desde luego tienen todo el derecho. El problema es qué sucedió mientras tanto. Mientras esto hizo la oposición, López Obrador atacó al INE de todas las maneras posibles, hizo que llamaran gobernadores de Morena a los consejeros del INE para presionarlos por el tema de la revocación de mandato. Los amenazó (a través del presidente de la Cámara de Diputados) con meterlos a la cárcel. Lanzó a todos quienes ofician de voceros a atacar al INE y finalmente se consiguió una resolución de la Suprema Corte de Justicia para que el INE tenga que hacer de cualquier forma su consulta por la revocación de mandato. Como si fuera una batalla menor, como si fuera una batalla cualquiera, la oposición mientras esto sucedía estaba de vacaciones por las fiestas de fin de año. Algo que sí hay que mencionar es que muchos, también de la oposición, pero sobre todo ciudadanos comunes, defendieron al INE vía las redes sociales.

Las redes sociales hoy juegan un papel muy importante, también en la creación de corrientes de opinión, pero por sí solas no alcanzan para defender la democracia. Y todos sabemos que el INE, es el último bastión de la democracia, porque si López Obrador termina con el INE, de ahí en más los votos los contará MORENA, y entonces podremos tener al partido de López Obrador tanto tiempo como estuvo el PRI en el poder. Ahí está el ejemplo de la “Primavera árabe”, donde las redes sociales sí sirvieron para convocar a enormes movilizaciones, pero sin la gente en la calle no van a frenar ni a destituir a ningún gobierno. Tampoco sirven por sí solas para defender la democracia.

Mientras la oposición estaba de vacaciones, bien merecidas por todo lo que trabajan, López Obrador extinguía al INDESOL, de un plumazo, o para el caso con un decretazo, y con ello le pegó el último mazazo a las organizaciones de la sociedad civil mexicana. La oposición frente a esto no solamente no hizo nada, más bien pareció casi ni enterada. El hecho pasó casi inadvertido en el panorama político nacional. Bueno, no hay que ser injustos tampoco, algunas diputadas sí pusieron un tuit al respecto.

Pero en resumidas cuentas, mientras López Obrador avanza, la oposición retrocede aunque no se da ni cuenta.

Dos más dos son seis

La oposición se prepara para el 2024 tratando de conformar una coalición, que según la suma de votos que representa cada partido, pueda con ello ganarle al partido de López Obrador y sus partidos satélites.

Según la oposición, o quienes la articulan, o la tratan de articular, si además de sumar en la Alianza PRI, PAN y PRD sumaran a Movimiento Ciudadano, les alcanzaría para ganarle a Morena, según la suma de votos que cada partido tuvo en la última elección.

Algo que parecieran no saber quienes articulan esta estrategia, es que en política, como en la vida, muchas veces 2 más 2 da seis. O dos más dos, mas dos puede terminar dando tres. ¿Cómo es esto?

Esto quiere decir que en la vida, en la calle, en la política, existen variables, hechos, sucesos imprevistos, que pueden potencializar una suma, y que resulte una multiplicación, o una resta.

Para tomar un ejemplo, en 2006 López Obrador iba ganando la contienda hacia la presidencia muy cómodamente. Pero de repente en el camino le saltó el escándalo de Ahumada, un pleito que el mismo López Obrador compró, al dejar de pagar al empresario lo que el gobierno de la ciudad le debía. Llegó Bejarano con Ahumada con una actitud que decía, “A ver, ¿Qué vas a hacer? Somos el gobierno, y si no te queremos pagar te jodes”. Y ahumada se las cobró. Los estampó en una serie de videos que a López Obrador le costó al menos seis puntos en su carrera hacia la presidencia. Por esos días, López Obrador perdería otros puntos con el famoso “cállate chachalaca”, algo que la gente leyó como una falta grave de respeto a la investidura presidencial.

Y con “detalles” como esos terminó perdiendo la contienda presidencial.

De nuevo con peras y manzanas. Esto quiere decir que además de tener candidatos bien vestidos, bien peinados y presentables, hay una gran multiplicidad de factores que se conjugan en una contienda presidencial, por la cual no se puede construir políticamente solo en tiempo de elecciones, ni se puede limitar la contienda a tener un buen o una buena candidata.

La principal diferencia entre López Obrador y la oposición.

La principal diferencia entre López Obrador y la oposición es su origen y por lo tanto su manera de operar y de hacer política. López Obrador es un luchador social. Viene de la calle. ¿Qué significa esto? En la práctica, esto significa que cualquiera que trabaje en la calle, que luche en la calle, tiene una multiplicidad de recursos, de experiencias, que alguien que trabaja en su casa o en su oficina no tiene. Si a esto le sumamos que hay señoras de Las Lomas, que si le han regalado un paquete de galletas a un pobre sienten que han luchado contra la pobreza en el mundo toda la vida, la diferencia entre López Obrador y la oposición es abismal.

No se trata de que la oposición adopte las mecánicas y los recursos impúdicos de López Obrador que incluyen saltarse la Ley. De lo que se trata es de que encuentren cómo contrarrestarlos.

Tenemos un presidente megalómano, al que le importa más su ego que la vida de los mexicanos. Una verdadera desgracia. Pero también tenemos una oposición en donde cada una de sus principales figuras están paradas en su propia importancia o en su ego, entonces no suman, no hacen alianzas, y no juegan también en el terreno de los movimientos sociales. Este hecho, el de estar parados en su propio ego, en vez de hacerlos más grandes, los hace más chiquitos.

También podría sintetizarse todo esto de otra manera: A la oposición actual, le falta más calle, le falta más barrio. Le falta un buen baño de pueblo.

Un ejercicio interesante que podría ir haciendo la oposición, o quienes la articulan, sería organizar una gran marcha nacional para defender al INE, y decirle a cada uno de los suspirantes para ser candidatos a la presidencia de la República, tú encabeza un contingente propio, y tráete al menos, 50 mil compañeros para ir viendo quién es quién y quién solo cuenta con sus grandes aspiraciones.

Y si usted le pregunta a la oposición ¿Y los movimientos sociales? Le van a responder, bien gracias, esos son de izquierda, los tiene López Obrador. Entonces hay que contarles que solo con los partidos políticos no se ganan elecciones, porque en política muchas veces dos más dos no son cuatro. Movimientos sociales antes tenía el PRI, pero quienes articulan la alianza opositora no saben de eso.

¿Quién cree usted que juegue mejor al fútbol? ¿Un niño acostumbrado a jugar a la pelota en la calle y a ensuciarse con tierra o uno que toda su infancia jugó con una playstation?

Lo mismo pasa en la política que en la vida.