Generalmente, en cualquier parte del mundo, la autoridad uniformada, los
policías o los militares, son respetados. Y cuando se les falta al respeto, actúan para imponerse, para poner orden.
Lamentable cuando tienen la indicación de no responder a las agresiones, de aguantar golpes y de ser posible, huir. Hay ya un buen número de videos que se han hecho virales porque presuntos infractores resuelven hacerle frente a la autoridad, sabedores de que no va a reaccionar.
Cierto que existen elementos uniformados que se apartan de la ley en su desempeño y tienen que ser sancionados. Pero no por unos cuantos o muchos deben pagar todos las consecuencias.
Es una desgracia que cuando se prueba que las imputaciones hechas a policías son falsas, no se reivindica a los policías. Los jefes deciden dejar al olvido el episodio y que sus subordinados se aguanten, que archiven la agresión de la que fueron objeto, que la digieran. Se pierde de vista que los uniformados también tienen familia y la familia espera que se les haga justicia, que se les repare el daño moral que les han hecho injustamente.
En el caso de los militares, ni ellos mismos dan crédito cuando ven a sus compañeros que son golpeados. Se ven obligados a tragarse el coraje. Va contra su esencia, contra su formación. Queda claro que el objetivo no es caer en excesos, pero tampoco cruzarse de brazos o agacharse para resistir la golpiza.
Ya es tiempo de que la autoridad uniformada sea respetada o que reciba ordenes de que se haga respetar.
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@zarateaz1