Genio y figura a sus 99 años, el expresidente Luis Echeverría Álvarez volvió a ser noticia en diarios y redes sociales, por su asistencia a la aplicación de la segunda dosis de la vacuna en ciudad universitaria.

 Obvio, tuvo la intención de que se supiera que estaba ahí, de otra manera nadie se hubiera enterado, como sucedió cuando acudió por la primera dosis. Al menos, enterar a quien pudiera tomarle video o fotografiarle, para que después la imagen se volviera viral.

Fue un presidente de largas jornadas, de reuniones que parecían interminables. Era su estilo y forma de trabajar. Su gobierno, su posición ante el conflicto universitario, su visita como mandatario a la UNAM y la pedrada que le dieron, sus guayaberas, su eslogan "arriba y adelante", su paso por la Secretaría de Gobernación antes de llegar a la presidencia, sus viajes por el mundo, su aspiración a la secretaría general de la ONU, creador del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo, inspirador de la frase "el beso del diablo de San Jerónimo", la acusación penal en su contra por su participación en los sucesos de 1968, lo hicieron un personaje controvertido, duro.

El ex presidente más longevo de México. Solo cuando ha querido se ha dejado ver. No ha estado exento de conflictos familiares por su patrimonio y cuidado personal.

Ha sobrevivido a la mortífera pandemia. A su archivo se suma la foto en su silla de ruedas, con cubrebocas, lentes y sombrero en el módulo de vacunación, acompañado de familiares, amigos y colaboradores.

Genio y figura hasta para vacunarse, a sus 99 años.

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