Cuando en 2009 se llevó a cabo el operativo bautizado como “michoacanazo”, todo mundo supuso que por fin habría orden y paz en el estado. Fueron

detenidos 11 alcaldes y 30 funcionarios, acusados de presuntos vínculos con la delincuencia organizada.

El operativo había sido ordenado por el presidente de México, Felipe Calderón, originario de Michoacán. Era para pensar que el poder presidencial sería suficiente para devolverle la tranquilidad a los michoacanos y meter a la cárcel a los delincuentes.

Resultó peor. Como si le hubieran pegado con un palo al avispero. La violencia no solo creció en Michoacán sino en todo el país. El plan, si lo hubo, fracasó. Los que habían sido detenidos, pronto quedaron en libertad. La medida detonó la lucha entre grupos delictivos.

La responsabilidad no es de un solo personaje. Michoacán ha sido gobernado por priístas, perredistas y ahora morenistas. México, por priistas, por siete décadas; por panistas, por doce años, y Morena ya lleva tres años.

Alguno de ellos debe conocer a fondo el problema y lo que debe hacerse.

Cristóbal Arias, nacido en la llamada Tierra Caliente en Michoacán, ha sido tres veces senador, dos veces diputado, tres veces candidato a gobernador, secretario general de gobierno con Cuauhtémoc Cárdenas como gobernador, de 1980 a 1986.

Seguro que el senador Arias, como otros, saben quién es quién en su estado y quizás hasta como desactivar la delincuencia. ¿Por qué no llamarlos a un cónclave para encontrar la solución?

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@zarateaz1

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