En estos días ha vuelto a ser mencionado el nombre de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato presidencial al que le

quitaron la vida en 1994. Ha sido citado para recordar el clima político en el que se registró su magnicidio y como referencia de quienes creen que se pudiera repetir una situación similar.

También suena el nombre por su hijo, alcalde de Monterrey, que se llama igual y no ha dejado de aparecer en los primeros lugares de encuestas sobre aspirantes a la presidencia para 2024. Él ha dicho hasta el cansancio que no le interesa el tema. Sin embargo, ya dejó entrever que no está cerrado a platicarlo con la dirigencia de Movimiento Ciudadano.

Al margen de estas especulaciones, antes de que fuera asesinado, Luis Donaldo vivió episodios que no se conocieron y tampoco se ha escrito sobre ellos, ni están en libros ni documentales.

A principios de 1994 viajó de la Ciudad de México a San Diego, California, en avión leader jet. Como piloto iba un general de división y como copiloto un capitán. Luis Donaldo acompañado por sus asistentes.

El plan de vuelo inicial era que harían escala en Hermosillo, Sonora, para abastecerse de combustible. El general consideró que no era necesario detenerse y que el combustible les alcanzaba para llegar a San Diego.

Debido a que había exceso de tráfico, no pudieron aterrizar de inmediato. La torre de control decidió mandarlos a un aeropuerto alterno. Minutos antes de que tocaran pista, sonó la alarma que les avisaba que estaba a punto de agotarse la turbosina.

Apenas les alcanzó para aterrizar. Sobre la pista tuvieron que bajar y caminar hacia la terminal.

Una vez abajo, el capitán, enojado, alzó la voz y le mentó la madre al general.

Ese fue el último vuelo del general con Colosio. Lo reportaron con sus superiores.

El candidato había viajado a San Diego por la enfermedad de su esposa.

 

Arturo Zárate Vite

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