El entonces candidato López Obrador supo alimentar la esperanza de que con su sola llegada al poder el horizonte en México cambiaría, apegado a u

 un libreto en donde sus seguidores estuvieron dispuestos a creer sin dudar en su palabra. Se lanzó en un torrente de promesas, y en México, si algo germina es la mezcla de un candidato carismático, con aire de mesías y la entendible necesidad de un cambio por parte de una sociedad fastidiada por los excesos de los que entonces eran gobierno.
Peña Nieto fue el mejor propagandista de Andrés Manuel, debido a que ni él ni sus cuates tuvieron empacho en dejar de abusar del poder.
La corrupción fue de tal magnitud que ya no había posibilidades de ser condonados por un grueso de los mexicanos que también habrían crecido en la cultura del robar, pero poquito.
Amlo, el candidato su donde poner el dedo y le resultó, ganó, y no solo triunfa en su esquina de la aspiración presidencial sino que arrasa en el país entero, la lección ha sido de tal magnitud que como pocas veces en la historia, los votantes ejercieron el derecho al músculo y golpearon la mesa.
Solo que en los incisos, en la letra chiquita, los que estaban llegando olvidaron que detrás de su triunfo se escondía un rosario de promesas que para los oidos serios se antojaban irrealizables.
Pero eso parecía no importarles. Hasta que el peso de la realidad y sus caprichososo dientes les comenzaron a morder las piernas y elos aquí, capoteando con frases y ocurrencias lo que en la práctica no han podido aterrizar. Así fue con la cancelación de Texcoco y su aeropuerto, en donde la acusación de que detrás del paro en seco estaba la razón de no permitir mas corrupción en dicha obra, acusación que no ha llevado a alguien al banquillo de los acusados de aquellos que supuestamente estarían cometiendo el fraude a la nación.
Así ocurrió hace un año con el huachicolazo, crisis gratuita que paralizó al país y que es fecha en que no sabemos si dicha medida trajo consigo en verdad la cura a las heridas en Pemex producidas por el robo de combustible. La gasolina sigue costando carísima. Así con el desabasto de medicinas, una locura en centros de salud y hospitales que no ha merecido ningún tipo de explicación y sí el lamento de miles de enfermos y sus familias y en el pináculo, la muerte del seguro popular y el nacimiento malogrado de una cosa llamada INSABI, o Instituto de Salud para el Bienestar, cuyo primer movimiento fue borrar la base de datos de los beneficiarios, trayendo consigo un caos para los pacientes que ya estaban siendo atentidos en el Seguro Popular, y peor, abandonando a su suerte a cientos de niños con cáncer.
Y así con lo de las masacres producto de esa herencia maldita del calderonato que ha sido el empoderamiento de los cárteles de la droga, un perlario de fallas que van desde lo de Culiacán, hasta las masacres en Bavispe y Tamaulipas, pasando por lo que viene con García Luna, el nuevo huésped distinguido de los Estados Unidos y una papa que les va a calentar las manos a más de uno de la 4T, acuérdese de esto que le estoy diciendo. ¡Aguas con lo que cante Genaro García Luna.
Y no debemos perder de vista lo que esta ocurriendo con la economía, uno de los campos minados en que se convirtió la certera de millones de mexicanos, pues el baño de incertidumbre, de descofianza se muestra en la reducción de inversión directa, en esa inentendible parálisis en recortes de obras y servicios que bien o mal daban de comer a miles de familias y que hoy fueron despedidas de sus trabajos.
El impacto de los "Machetazos" a los presupuestos, barnizada de austeridad, trajo consigo la pauperización de la economía doméstica, al punto que la maquinaria productiva dejó de caminar, con niveles de crecimiento propios de zona de guerra.
El daño en el patrimonio de miles, es incalculabe y los ejércitos de frustrados cada vez suman más.
En el otro campo de batalla se pudo oler la pólvora de la discordia, esa que desde el poder mismo se efectuó en contra de medios de comunicación y periodistas, generando plazas virtuales de linchamiento en contra de todo aquel que no opinara como ellos querían.
Y ahora, en las pistas del aeropuerto se espera el regreso de un avión que costó millones de dólares, que no ha podido ser vendido y que la sola renta por el hagnar le está saliendo muy cara a los contribuyentes mexicanos, y como final de "Pastelazo" vemos como habrá de retornar para empolvarse o convertirse en museo abierto, como ocurrió con Los Pinos.
Honestamente uno desearía que las cosas fueran distintas, que la narrativa se sujetase a otro orden de ideas, pero esto es resultado, tal vez de una buena intención por acotar lo que durante años nos ha sangrado, que es el inconmensurable abuso que del poder han cometido presidentes y todo tipo de políticos, pero en el fondo, lo que hace falta a esta 4T es un replanteamiento serio, con la necesaria separación de lo que es una ocurrencia, a un paso hacia resoluciones que en verdad traigan beneficios a un pueblo mexicano que se acostumbró a masticar promesas sin poder ver en realidad un cambio sustantivo en su vida.