Comienza la primera temporada de Netflix, todo un culebrón, “EL CANTO DE LOZOYA”. La serie promete ir de latido a latido en una pista que seguramente provocará ataques cardíacos en muchos espectadores,

 la trama no puede ser otra que la de personaje que chapoteó en corrupción y que ahora está dispuesto a decir hasta en que colchón guardó la dolariza, el guión es un deleite para un auditorio que gusta de tramas que llevan ingredientes de suspenso, intriga, mucha, pero mucha palabrería sobre la guerra en contra de la corrupción.

El súper héroe no puede ser otro que el magnífico luchador de todas las épocas, adalid de esta y otras batallas que lo convierten en una especie de apóstol de la transformación, uno que después de estos capítulos se colocará a lado de próceres de carne y hueso.

EL CANTO DE LOZOYA no es más que una mera coincidencia con la realidad, nunca fue escrita pensando en alguien o en algún país en específico, cosas así no suceden, pero en este caso llama la atención el nivel de creatividad de los guionistas, quienes pensaron muy bien en llevar a la ciencia ficción una situación en donde un grupo poderoso en el poder planeó e instrumentó la llegada a la presidencia de un personaje que después los atacaría, pero que en realidad no son más que elementos de los mismos pactos, o sea, cómplices, pero para calmar a los que son llamados “el pueblo bueno” deciden simular una serie de persecuciones que van a dar con uno de los políticos que fungió como el hombre que manejó dinero de una manera que compró la voluntad de muchos más políticos, trama absoluta.

EL CANTO DE LOZOYA merece todos los premios, encumbra la fantasía y logra hacer volar la imaginación a un televidente que irá encontrando elementos para amar y aplaudir al héroe de la película, uno que necesitará que la serie se alargue hasta el próximo año y que pueda repetir en el estelar como el prohombre que acabó con la mafia que llevó a su Nación a los sótanos de las desgracias.

EL CANTO DE LOZOYA incluye momentos hilarantes como el destino de un avión que esconde secretos inconfesables, detectivescos, aderezados con el clima de un virus que paraliza a la población y en medio de todo esto EL CANTO DE LOZOYA como joya de los escritores para darle al observador uno de los momentos más angustiantes que se hayan visto.

El final promete ser inesperado, verdadera vuelta de tuerca que asegura cortar la respiración. Pero al final de cuentas todos sentados en la misma mesa, mirando como un solo sujeto paga los platos rotos. Y ese país, ficticio. País sin enterarse que desde el poder mismo se tejió todo este pacto, hasta que el espectador se de cuenta que le vendieron otra serie de más de lo mismo.