No fue el covid lo que le cayó como anillo al dedo al presidente Andrés Manuel López Obrador, sino la facilidad para sacarle kilometraje a un pleito que pinta de penoso lavadero, choque de mandíbulas que oculta el estado actual de las cosas.

 Amlo trae de cliente a Felipe Calderón y este es una piña muy difícil de pelar. Hay muchas cosas que no le perdona López Obrador a Calderón, tan es así, que borró de la lista de sus adversarios al priísta Peña Nieto, excepto cuando requiera de Lozoya para darle una retocadita a la supuesta lucha contra la corrupción.

Porque si alguien cree que las investigaciones van en serio en contra de Enrique Peña Nieto pues permítame decirle que pecamos de ingenuos. Lozoya irá refriteando lo que en algún punto será muy difícil de comprobar, excepto si existen videos o grabaciones al estilo Bejarano con todo y ligas. la filtración de nombres, de personajes muy ad hoc y muy útiles para los fines propagandísticos de la cuarta transformación y la estrategia electoral para el próximo año.

Felipe Calderón sabe que se enfrenta a un poder que él mismo operó, que conoce muy bien y que difícilmente terminará siendo procesado en algún juicio, su figura solo es y será utilizada como esparring del actual presidente. Calderón es el pasajero de la Suburban, el linchado, un distractor para seguir ocupándolo en el guión del púlpito mañanero ahí donde a punta de escapularios, se cita el nombre del satán michoacano y tratan de enviarlo de regreso al infierno como autor de todos los males, como si Felipe hubiese escriturado la patria a nombre del Diablo...es la lógica juarista en contra de los conservadores.

En naciones que caminan sobre procesos electorales y con cierta civilidad democrática no se ven éste tipo de escenas, aquí el montaje es lo más parecido a un carnaval . Los asuntos verdaderamente espinosos son borrados tal y como ocurrió con el mandatario que guardó silencio frente a la liberación de Ovidio Guzmán o un Calderón que parece que jamás se enteró de que Genaro García Luna operaba con cárteles de la droga.

Con todo y lo impresentable que es Donald Trump, el personaje no ha invadido la esfera del pasado para quemar en leña verde a un Barack Obama, no lo culpa de estar perdiendo frente a China o porque los gringos la están pasando mal con el Covid-19. Allá, como en muchas otras partes, los votantes no compran tan fácil ese tipo de incendios mediáticos. Eso sucede solo en países en donde la ingenuidad social llega a extremos como es nuestro caso.

El nombre del juego no es Calderón ni Peña, la pregunta sin respuesta es qué ruta de escape habremos de tomar frente al desastre social, económico, y de los miles de muertos que suman por el Covid-19. O sea, ya no dio para más la rifa del avión entonces pongan la piñata de Felipe. ¡Qué país!