sinpunto

Sin lugar a dudas México está enfermo. El diagnóstico es claro y todo parece apuntar que la enfermedad está siendo inducida por alguien interesado en que los ánimos de los sectores sociales sigan incrementándose. Todo lo que ha venido ocurriendo parece inexplicable o difícil de analizar con los elementos que disponemos. Aun cuando todo debe

tener una explicación lógica, en México las cosas resultan de lo más ilógico cuando de dilucidar los alcances del poder se trata. Los integrantes de las estructuras gubernativas, en los que se deposita el poder del Estado mexicano, parecen acorralados por la violencia que se está extendiendo en las calles de las principales ciudades de tres entidades: Michoacan, Oaxaca y Guerrero.

Lo que comenzó por la actividad fuera de la ley de los normalistas de Ayotzinapa en Guerrero, cruzándose en los intereses del crimen organizado, ha detonado uno de los procesos de subversión social más grandes y numerosos de los últimos años. La Universidad Nacional Autónoma de México fue cerrada once meses por los miembros del Consejo Estudiantil Universitario a causa de un equivocado incremento en las cuotas escolares. Creo que desde 1986 los estudiantes desarrollaron sus actividades políticas dentro de los parámetros de la normalidad. Cuando hablo de la actividad fuera de la ley de los Ayotzinapos,  no faltará quien me tilde de intolerante, pero son muchos años ya que los guerrerenses han tenido que soportar robos, asaltos a comercios, tomas de oficinas, quema de instalaciones, y muchos otros actos fuera de la ley a que los han acostumbrado quienes desde las sombras los dirigen.

No niego la pobreza de las familias que ahora lloran a sus hijos, pero tampoco podemos cerrar los ojos a lo que verdaderamente ocurrió en Iguala, donde a decir de algunos se juntaron el hambre con las ganas de comer, o el fuego y la gasolina. No minimizó la tragedia de Iguala, pero también tenemos que analizar fríamente lo que verdaderamente ocurrió. Lamento la pena de esos padres que ahora pasean su dolor por todo el país, pero también hay que señalar que efectivamente la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa representa la única oportunidad para muchos, de alcanzar una vida digna. Lo malo es que quienes la manipulan empujan a los alumnos a realizar actividades ilegales como su principal enseñanza. Ese fue el motivo que detonó la tragedia.

Por otra parte hay que señalar que para alcanzar lo que están haciendo aquellos que integran los ejércitos de la rebelión social se requiere de mucho dinero. Para organizar marchas y plantones hay que invertir grandes capitales. Las preguntas que varios periodistas nos hacemos son: ¿quiénes están detrás de todo esto? ¿Qué es lo que verdaderamente persiguen? ¿Acaso los grandes capitales ya dejaron de tener cercanía con quienes detentan el poder en México y piensan que son desechables y hay que echarlos? México está enfermo, pero es una enfermedad inducida por intereses extraños a los que poco les importan los muertos de Ayotzinapa y el dolor de esos padres que recorren diversas partes del país. Quieren la caída de Enrique Peña Nieto y su proyecto modernizador al precio que sea. Así funcionan los grandes capitales. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.