sinpunto

Hay quienes con algún cargo o encargo se vuelven locos cuando logran detentar un poco de poder. Y como dicen por ahí que el poder envilece a la gente, hay quienes asumen este síndrome como una realidad y se transforman pretendiendo

convertirse en prohombres que todo lo pueden hacer y todo lo pueden controvertir cuando de rechazar se trata. Pensar que solamente ellos son poseedores de la razón es otra de las facetas que desarrollan los megalómanos, y eso los sitúa completamente fuera de la realidad. Esta tipo de conductas es propio y recurrente en aquellos que alguna vez detentaron una cuota de poder y la perdieron, por lo que al entrar en otra fase de empoderamiento su comportamiento deviene en una actitud de superioridad como si tuviera una posición social y económica muy por encima de las reales.

Emilio Álvarez de Icaza es un pequeño hombre que sigue en las mismas actitudes desde que regresó al país investido de Comisionado de Derechos Humanos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Ya se montó en su burro y ahora espera que le quiten la investigación a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada y se la entregan a la Subprocuraduría de Derechos Humanos, porque de lo contrario hará lo que tenga que hacer, y donde lo tenga que hacer, para que todos sepan que en México no existe voluntad gubernamental para resolver las violaciones a los derechos humanos. El señor Alvarez de Icaza tiene todo el derecho de ponerse sus moños y de imponer condiciones, pero también el Gobierno Federal tiene todo el derecho de mandarlo a freír espárragos.

Y no es que el señor Alvarez de Icaza tenga la razón y el gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto haya decidido no hacerlo, simplemente es que el país no puede estar sometido a los caprichos de un encumbrado sujeto que pareciera utilizar su encargo internacional para decidir la vida institucional de los mexicanos. Que yo recuerde a él no lo elegimos para que decida arbitrariamente lo que por ley le corresponde a una institución. Los excesos son los que se convierten en barreras cuando de buscar entendimiento se trata, y la manipulación voluntariosa de facultades internacionales para someter a un Estado es lo que menos requerimos los mexicanos.

No sé si el señor Alvarez de Icaza haya leído algo acerca de la libre determinación de los pueblos, y por si no lo sabe, nosotros la tenemos consagrada en un cuerpo constitucional al que no podemos renunciar. Claro que los mexicanos disentimos de lo que están haciendo los especialistas, porque no por ese hecho son poseedores absolutos de la verdad. Y tampoco se puede hacer un diagnóstico de país a partir de la circunstancia de seis de los treinta y dos estados que son disímbolos, diversos y diferentes uno del otro. El señor tiene todo el derecho de llevarse a sus presuntos expertos, pero nosotros también de mantener nuestra dignidad como país y no aceptar intromisiones. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.