El país vive momentos a difíciles a causa de la pretendida imposición de un nuevo régimen a cargo de los integrantes del Movimiento de Regeneración Nacional, quienes

 hasta ahora no han dado muestras de alcanzar a comprender cómo funciona una logística para alcanzar cambios que modifiquen las peculiaridades propias de un sistema político anacrónico que puede seguir vigente si se establecen las condiciones adecuadas para transitar a mejoras en la operatividad, colocando en el centro el interés de todos los mexicanos.

La única muestra de una posible estrategia en ese sentido ha sido la imposición de la mayoría parlamentaria y la amenaza a los poderes judiciales y legislativo para que se sometan a las disposiciones que un día sí, y otro también, dicta en sus conferencias mañaneras quien se asume como el líder máximo de una transformación sin pies ni cabeza que hasta ahora ha profundizado la división entre los mexicanos, aunque eso represente un riesgo enorme.

Para decirlo más claro, hay quienes se ufanan del poder que han alcanzado en esta etapa de la vida política del país gracias a los favores de quién encabeza ese bodrio mal llamado Cuarta Transformación, que ni es un nuevo régimen, y tampoco un sistema distinto al implantado con las ideas surgidas del movimiento revolucionario iniciado en 1910. Esa particularidad es la que nos ha dado la oportunidad de mantener la paz y tranquilidad que nos ha brindado esa vida institucional que nos diseñamos durante la lucha armada.

Quienes señalan lo contrario únicamente demuestran su infinita ignorancia acerca de los orígenes del sistema político que pese a sus constantes momentos antidemocráticos ha persistido por el respeto a las reglas que en su momento se impusieron por los grandes hombres que lo encabezaron, aunque no se hayan insertado en el cuerpo de las leyes que lo norman. Así ha funcionado exitosamente, y después de ciento diez años sigue vigente.

Romper la dinámica de la institucionalidad para reinsertarle medidas dictatoriales solamente habla de un propósito hegemónico y no de un proyecto en el que los mexicanos supremos los rezagos acumulados por las malas decisiones de quienes nos gobernaron. Lo peor de todo es que estamos caminando hacia la precarización de la vida en todos los ámbitos de esa sociedad anhelante de cambios que rompan con nuestros históricos rezagos y que logren revertir las deformaciones implantadas por los caprichos de nuestros gobernantes.

Pero hay algo en que los mexicanos debemos poner atención, y no es otra cosa que la embestida violenta para apoderarse de los destinos de la Universidad Nacional Autónoma de México implementada a través de los grupos de presión que manipula Claudia Sheimbaum, aparte de modificar leyes, de imponer en cargos importantes a sujetos sin preparación y sin idea de lo que significa el servicio público. Sin lugar a dudas, el galimatías que está implantando el señor López Obrador se puede convertir en una horda delincuencial en el corto plazo a causa de la permisibilidad del mismo Presidente de la Republica.

El resultado es previsible: el hurto de los caudales públicos de todas las instituciones. Así de sencillo. Al tiempo.

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