Como cualquier ser humano que tiene y mantiene pasiones a flor de piel, el señor Presidente de la

 Republica tuvo un exabrupto que muestra y demuestra que no le gusta que sus adversarios y detractores tengamos la costumbre de citarlo, referenciarlo, señalarlo, contradecirlo, cuestionarlo, etiquetarlo, epitetarlo, compararlo, asemejarlo, o simplemente juzgarlo, como se hace en los regímenes en que la democracia se coloca en el centro del debate para dirimir las diferencias y consensuar acuerdos.

Alguna vez celebró ese triunfo que le permitió ocupar la Primera Magistratura calificando de “benditas” a las redes sociales que llegaron para fortalecer los procesos de la democracia, y se felicitó por abrir el debate de los diversos temas de interés local o nacional para los hombres y mujeres de todas las latitudes del país que tomaron la decisión de ejercer su libertad generando opiniones favorables o desfavorables en torno al ejercicio de su gobierno, y a las acciones de los hombres y mujeres dedicados a la tarea publica.

El problema radica en que aunque Lopez Obrador fue impulsado en gran parte por esa masa amorfa que todos los días utiliza las redes sociales para fijar posicionamientos en torno a temas que le interesan a la sociedad, o para informarse de lo que ocurre en tiempo real en todas las latitudes del país y el extranjero, esas herramientas que en su momento de gloria elogiaba, ahora le resultan adversas. Ante la curva del desgaste que padecen todos los gobernantes en los regímenes democráticos, debemos reconocer que a muchos no les gustan los resultados en las mediciones de su popularidad, y más cuando se han colocado en el bando conocido y reconocido de los gobiernos populistas.

Andrés Manuel López Obrador, fiel a su costumbre de martirizarse constantemente para despertar emociones de adhesión entre sus correligionarios, y especialista en vituperar adversarios a través de esas redes sociales, acaba de recibir una sopa de su propio chocolate. Ahora hizo un llamado a la población a no agitarse por las críticas a su gobierno, que consideró son orquestadas por intereses creados. También indicó que pedirá a las principales redes sociales rendición de cuentas acerca de la compra de publicidad y el uso de Bots. En el colmo de la estupidez acepto que ya le contestaron, pero que no entendió porque no habla inglés. Nunca antes un Presidente mostró un nivel de ignorancia y estupidez como Andres Manuel López Obrador.

Solicitar a Twitter y Facebook su lista de clientes para saber cómo funcionan las campañas pagadas, y si se permiten cuentas artificiales para utilizarlas en su contra, sería una estupidez, porque si alguien sabe cómo funcionan son ese grupo de operadores jóvenes a los que paga bastante bien. Lopez debiera serenarse, porque aunque no le guste lo que ha venido ocurriendo, las redes sociales forman parte de esa democracia que lo llevó al poder. México no es Venezuela, y los mexicanos no somos tontos y habremos de luchar por mantener ese régimen de libertades que surgió de un movimiento armado, que ha mantenido sus principios vigentes y colocado en el centro del debate a la libertad de expresión. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.