Sin lugar a dudas el Gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador ha tenido muchas inconsistencias a la vez que un real asomo de lo que pudiera considerarse la preparación del camino para llegar al autoritarismo.

 No es fácil la circunstancia que vivimos los mexicanos, porque no le están saliendo bien las cosas al Presidente de la Republica y esa es una mala noticia para todos, pero el único culpable es el tabasqueño que se ha empecinado en construir el andamiaje que le permita la adquisición de mayores cuotas de poder, a la vez que cimentar lo que podría ser un régimen similar al de las naciones que integran el bloque populista en el Continente.

Pero también está aprovechando la circunstancia de que el mismo Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene vocación por el populismo y ha transitado por el mismo sendero, aunque hay que señalar que la diferencia estriba en la forma de abordar el frontal choque que se ha mantenido entre el comunismo y el capitalismo. Hasta ahora el ala populista que lideran varias naciones en el Continente Americano tienen a México como el principal líder, aunque el desarrollo de dicha ideología haya surgido en América del Sur.

Sin lugar a dudas el camino que esta cimentando Andrés Manuel López Obrador ha tomado el rumbo hacia el autoritarismo, y aunque el señor Trump ha dado muestras de que eso le gusta, y en ocasiones aprovecha la tendencia populista, también hay que señalar que la diferencia radica en que los mandatarios latinoamericanos han adoptado un presunto radicalismo de izquierda, donde la realidad indica que transitar de la izquierda al autoritarismo es la consecuencia natural. No así en el país más capitalista del mundo, porque su generación de riqueza rebasa con mucho a todas las naciones de Continente, con excepción de Canadá.

Hasta ahora los mexicanos hemos podido sortear las amenazas que se han cernido en torno a la democracia que nos construimos desde que el régimen tricolor fue dos veces derrotado, pero ahora quizá estemos en la antesala de una nueva intentona por implantar un régimen de tendencias comunistas como lo han anticipado la diversidad de especialistas en el análisis por la dirección que el Presidente de la Republica ha pretendido imponer a su gobierno, sin planteárselo a los mexicanos. Y lo que debemos tener claro es que el futuro que nos depararía esta peculiaridad es padecer lo que ahora ocurre en Venezuela.

El problema es que pareciera que la decisión del Presidente de la Republica es caminar en sentido contrario al que concebimos los mexicanos. Si bien es cierto que constitucionalmente se establece la propiedad del agua en la nación, hasta ahora los productores del norte del país han tenido la capacidad de aprovechar esos recursos acuíferos para la producción de infinidad de productos que generan riqueza y que producen los implementos para el consumo en todo el país. En Chihuahua la presas han sido cerradas de manera autoritaria y sin motivo alguno a los productores, con el consiguiente riesgo de las pérdidas de los sembradíos más productivos de la nación. El porque de la decisión presidencial es hasta ahora un misterio.

La democratización del agua en sexenios pasados funcionó a la perfección, pero ahora el autoritarismo se asoma seguramente para obligar a los productores a un pago por el uso y aprovechamiento de los recursos acuíferos. Andrés Manuel López Obrador necesita dinero para seguir incrementando su base social y evitar perder la integración de la Cámara de Diputados el año venidero, y hará todo lo que esté a su alcance con la cantaleta de que se tiene que resarcir a la Federación porque es propiedad de todos los mexicanos. No nos hagamos tontos, lo único que le interesa tutelar al Presidente de la Republica es el dinero de los mexicanos para la compra de conciencias y consolidar su autoritario proyecto de gobierno. Al tiempo.
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