Andres Manuel López Obrador ha sido un hombre muy cercano a la estafa, a las mañas, a los ardides, al ocultamiento de datos, pero sobre todo, al dinero,

provenga de donde provenga, porque lo importante ha sido no detener la marcha hacia el ejercicio del poder, ese que ahora detenta y que pretende hacer con el lo que le venga en gana. Muchos actores políticos denunciaron esa peculiaridad de quien ahora rige los destinos de este atribulado país que se ha acostumbrado a que todos los días el titular del Ejecutivo de muestra de su proclividad al ocultamiento de datos, pero sobre todo, de las argucias que ahora pone sobre la mesa de la discusión para seguir construyendo su modelo de gobierno populista con tintes dictatoriales.

Su desapego por la legalidad la expone todos los días en sus conferencias mañaneras. Su vocación por la imposición es la identidad de su gobierno, sobre todo cuando de ocultar la realidad se trata. Es lamentable la circunstancia que estamos viviendo día a día los mexicanos, porque mientras se empecina por imponer su voluntad, observamos impávidos la forma tan deleznable en que ha venido desmontando las instituciones que durante mucho tiempo edificamos para otorgarle viabilidad al país, a la estructura gubernamental, a los planes de desarrollo y a los proyectos de beneficio social para las clases desprotegidas.

Los pobres son ahora su principal recurso retórico cuando de utilizar el presupuesto se trata en el reforzamiento de su sometimiento a presuntos programas sociales que en nada ayudan a mitigar su pobreza, pero hasta ahora poco conocemos de las cantidades de dinero que presuntamente ha utilizado porque ahora le dio por el ocultamiento de datos con la cantaleta de que es un asunto de Seguridad Nacional y por tanto no habrá una rendición de cuentas como tal, sino que tendremos que esperar a que se venzan los plazos que se imponen en los decretos que ha emitido.

Lo cierto es que ya le tomó gusto a la opacidad, a esa vocación de poder desmedido que siempre ha manifestado y a la especialidad que ha adquirido para hacer lo que le venga en gana con los recursos públicos como fue el caso del envío de barcos de víveres a Cuba, los apoyos a Nicolás Maduro, y los pagos realizados a presuntos especialistas médicos que vinieron a vacacionar a este país y a disfrutar de la buena vida que no tienen en su país porque el gobierno los mantiene a base de raciones. La muestra de esa mendicidad son las imágenes en los que se asomaba desde una ventana y saludaba a presuntas multitudes que fueron a vitorearlo en Washington, y que para su desgracia alguien filtró a los medios de comunicación mostrando que no había público.

Lo último fue una serie de decretos para blindar las obras y programas que realizará su gobierno utilizando la estratagema de que son acuerdos para agilizar los trámites y que no se detenga la buena marcha del país. El problema es que al declarar los proyectos de infraestructura de su gobierno como asuntos de Seguridad Nacional, obliga a las dependencias a otorgar la autorización provisional y la obtención de los dictámenes, permisos y licencias necesarias para la realización de los mismos. La declaración de ““interés público y seguridad nacional” le permitirá pasarse las leyes de este país por el arco de sus guangos pantalones y mantener en la opacidad los costos, tiempo y contratos.

Por lo pronto los mexicanos nunca sabremos que ocurrirá con las obras emblemáticas de su gobierno como son el inútil Aeropuerto de Santa Lucía que solamente contará con catorce posiciones y al menos tres horas de traslado para llegar a el, la Refinería de Dos Bocas que será sumamente contaminante, el carísimo Tren Maya cuyo presupuesto crece cada día, y las ocurrencias que seguramente nos endilgará en las siguientes semanas. Hasta ahora el señor Lopez Obrador se ha distinguido por su vocación por la opacidad, por culpar a todos de su ineficiencia, por martirizarse diariamente con los conservadores que pretenden descarrilar sus proyectos, y por mantener su proyecto reeleccionista. De esto último podemos tener toda la seguridad porque en breve realizará un plebiscito para erradicar de la Constitución la No Reelección. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.